Por Pegaso
Sentado en mi mullido cumulonimbus, sintiendo ya los primeros fresquecitos de la temporada otoñal, veo cómo las piezas del ajedrez político se empiezan a acomodar, mientras que los ciudadanos apenas nos estábamos acostumbrando a la calma chicha de un prolongado receso electoral.
Efectivamente. Las últimas elecciones concurrentes fueron en el 2018.
Parece muy lejana aquella fecha en que los ciudadanos dieron un apabullante triunfo a la opción de izquierda.
Muchos pensaron como yo, al conocer las tres principales opciones que se nos presentaron para votar: El RIP, un partido anquilosado y sumamente desprestigiado por sus mil y una corruptelas, definitivamente quedaba descartado.
El PUN, por su parte, como representante de la derecha, tuvo su oportunidad durante doce años y no la supo aprovechar.
Quedaba entonces, dar la oportunidad a la izquierda para ver si por esa vía México se podía enderezar.
Pensaba yo, ¡oh, iluso! que un giro de 180 grados refrescaría la vida política nacional, que el aura de honestidad que acompañaba al Pejidente cundiría en todos los estratos socioeconómicos más temprano que tarde y que eso se reflejaría en un mejor nivel de vida para la ciudadanía.
Lejos estaba de imaginar que sería más de lo mismo.
Sí, el Pejidente puede tener la mejor intención del mundo y ser un tipo honesto, pero he notado que está muy lejos de saber cómo llevar el barco a aguas más tranquilas y la Cuarta Transformación se ha convertido en la Cuarta Transtornación.
Tal vez… sólo tal vez si no se nos hubiera atravesado el malnacido coronavirus, pudiéramos estar viendo a estas alturas algunos de los resultados más prometidos.
Situándonos en el presente, veo que ya andan muchos queriendo ser candidatos a gobernadores, diputados federales, diputados locales y alcaldes.
El proceso electoral 2020-2021 inició el 7 de septiembre, pero será hasta el mes de diciembre cuando los consejos distritales electorales y los órganos políticos electorales de los Estados queden debidamente integrados.
Por lo pronto, los partidos se preparan con sus mejores gallos y gallinas para entrar al corral de la política.
Se asoman rostros muy conocidos y algunos otros nuevos.
Los partidos políticos ponen toda su atención en sus respectivas cartas fuertes, pero también será necesario pensar en caras nuevas.
Vamos a ver, de aquí a octubre o noviembre cómo los suspirantes empiezan a levantar su dedito y a asomar la cabeza para ser tomados en cuenta y aparecer en las boletas electorales.
Acostumbrémonos a ver cada vez con mayor frecuencia los nombres y semblanzas de quienes consideran tener los méritos suficientes para ser gobernadores, diputados o alcaldes.
Pronto estaremos inmersos nuevamente en toda la parafernalia de un proceso electoral y, como un eterno déja vú, seremos inundados de promesas, frases melifluas y risueñas caras de quienes se habrán de disputar nuestro voto en las urnas.
Por lo pronto, nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Labor productiva extingue politiquería”. (Trabajo mata grilla).