Por Jesús Rivera (Pegaso)
Hollywood y México. La industria del cine y la de televisión, unidas por los escándalos sexuales.
Después de mi vuelo vespertino me puse a hojear las páginas electrónicas en mi lap top HP convertible a Apple, ya que desde hace algunas semanas ha sido tema recurrente de los noticieros nacionales e internacionales.
Poderosos hombres de la industria cinematográfica de los Estados Unidos están en la picota luego de la denuncia en cascada que actores y actrices han hecho en los últimos días.
Personajes como James Toback, Brett Ratner y Harvey Weinstein, pilares de la millonaria industria del cine hollywoodense, fueron prácticamente encuerados por actores y actrices famosos.
Como un Watergate de la farándula, se empieza a descorrer el velo y poco a poco se ventilan secretos que el brillo del dinero mantenían opacados.
¿Y qué se puede esperar, si el propio Presidente de los Estados Unidos, El Trompas, reconoce y presume que «cuando eres una estrella puedes hacerles lo que quieras, hasta agarrarlas por el coño» (a las mujeres).
Eso lo dijo en vivo y a todo color, en una entrevista que fue grabada en video.
Ya se sabe que también los grandes productores de cine tienen su corazoncito y que siempre buscan arrimarle el camarón a la actricita de moda, o si batean para la izquierda, darle un arrejuntón al galán del momento.
Eso no es nada nuevo. En Hollywood y en muchas otras partes donde el poder manda, es de lo más común y corriente.
Sin embargo, cuando los personajes, llámese de la farándula o de la política utilizan ese poder para imponerse, para violar la intimidad de los demás, estamos hablando de un delito que debe sancionarse.
No se había hecho, al menos hasta ahora, porque se trata de una clase dorada que puede encumbrar a un artista o sumergirlo en el fango del olvido solamente con chasquear los dedos.
De esa manera se entiende que no sean denunciados, o que se hayan tardado en hacerlo aquellos y aquellas quienes en su momento fueron abusados sexualmente por productores, directores y promotores cinematográficos.
En la televisión mexicana pasa algo similar.
En su tiempo Raúl Delasco era el todopoderoso sultán que manejaba a su antojo la vida de actores y actrices que querían destacar en el medio artístico nacional.
Como ya es sabido de todos, fue Kate Del Castillo, en un documental, quien destapó toda la cloaca de Telerisa y posiblemente de otras grandes empresas televisivas.
Hollywood está arrastrando a la industria mexicana del entretenimiento en un efecto dominó.
Aspirantes a estrellas que participaban en pachangas organizadas para los patrocinadores y productores de programas, terminaban como platillo principal en el menú sexual de los poderosos.
Y no podían decir ni pío, porque si abrían la boca inmediatamente después su carrera artística se iría al traste y, ¿quién de ellos se podría resignar a perder fama y fortuna?
Aquí mismo, en Reynosa, durante aquellos lejanos días de la feria, las y los cantantes de moda se rifaban entre los pudientes que acudían a sus presentaciones.
El hotel Virrey y la vedette redimida Olga Breeskin no me dejarán mentir.
No olvidemos el caso del chaparrín reportero que llegó al palenque y un amigo le obsequió un boleto para la rifa de una noche de amor con la Breeskin.
Resulta que se sacó el premio, así que más tarde fue al hotel donde se hospedaba la artista y un guardia le salió al paso: «¿Qué se le ofrece?» Y el afortunado contestó: «Me saqué el premio de la rifa». El guardia le dio cien pesos y le espetó: «Tenga los cien pesos del boleto y váyase a perjudicar a su alegre progenitora»
¿Que si había o hay un catálogo en Telerisa con los nombres de los famosos que se prostituyen?
No lo dudo ni tantito.
Recién vi una entrevista con la actriz Paty Navidad donde reconoce que sí lo hay, pero que ella no le entra porque es virgencita y riega las flores.
Sin embargo, hay muchas otras que sí. Aquellas que aspiraban o que siguen aspirando a alcanzar el estrellato son carne de cañón para los poderosos de la televisión mexicana.
Y los promotores se siguen relamiendo los bigotes imaginándose una noche de pasión loca con las sabrosas actricitas Belinda, Eiza González, Mayté Perroni o Bárbara Del Regil.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «¡Provócale una profunda escisión, púber de mi propiedad!» (¡Córtale, mi chavo!)