Por Pegaso
Sentado en mi mullido cumulonimbus no dejo de pensar en algunas frases muy utilizadas por los políticos en sus discursos, en el abuso de los eufemismos y otras figuras retóricas que evitan un lenguaje llano y claro.
Uno que me llamó mucho la atención desde que lo escuché o leí por vez primera fue: «Los que menos tienen».
Creo que fue en el periódico La Tarde, en una nota periodística de mi amigo Rubén Hernández, derivada de una entrevista al entonces alcalde Miguel Valdez Revilla.
«Los que menos tienen»,-me quedé pensando después de leer esa peregrina frase.
Tal vez con el afán de incluir algo de lirismo en sus discursos, los políticos suelen incluir en sus intervenciones cada expresión que me dejan boquiabierto, patidifuso y anonadado al escucharlas.
En lenguaje sencillo sería símplemente: «Los pobres».
Pero no se oiría tan bonito como cuando un político dice ante una muchedumbre: «Llevaremos múltiples beneficios a los que menos tienen».
Es cuestión de poesía.
La mayoría de los diccionarios definen la palabra eufemismo como «una expresión utilizada para sustituir una palabra que socialmente se considera ofensiva o de mal gusto».
Así, algunas palabras pueden molestar a un grupo de personas, y entonces se suelen aplicar frases o términos «políticamente correctas» para decir algo que está socialmente aceptado o bien visto por la sociedad.
Otro ejemplo de eufemismo es: «Persona de la tercera edad».
No es lo mismo decir: «Vamos a establecer programas de salud para los viejos», que «Vamos a establecer programas de salud para los adultos mayores». ¿Verdad que suena más bonito?
No sé qué sería de la política y de los políticos sin los eufemismos.
El eufemismo forma parte de lo que llamamos retórica, el arte de convencer por medio de la palabra.
El eufemismo, por supuesto, es uno de los recursos más usados por los políticos, pero no es exclusivo de un solo grupo o clase de personas, sino que su uso es generalizado en economía, en el ámbito laboral y en muchos otros campos de la actividad humana.
Y como ejemplo, los siguientes:
-Actualización de precios, en lugar de alza de precios.
-Adecuación del poder adquisitivo, en lugar de subir el sueldo.
-Agente comercial, en lugar de vendedor.
-Amortización de puesto de trabajo, en lugar de despido.
-Apretarse el cinturón, en vez de ahorrar.
-Asistente técnico sanitario, en lugar de enfermero.
-Ejecutivo «B», en lugar de mandadero.
-Calentar el banquillo, por quedarse en la reserva de un equipo.
-Giro negro, en lugar de prostíbulo.
-Casa de salud mental, en lugar de manicomio.
-Crecimiento económico negativo, en lugar de crisis.
-Ingreso a un centro penitenciario, en lugar de encarcelamiento.
-Aligerar la plantilla laboral, en vez de despidir trabajadores.
-Hacer del dos, en lugar de defecar.
-Persona en situación de pobreza extrema, en lugar de indigente.
-Servicio de escort, en lugar de prostitución moderna.
-Trabajadora sexual, en lugar de prostituta.
-Tráfico de influencias, por corrupción.
-Sobrepeso, en lugar de gordura.
-Tercera edad, en lugar de vejez.
-Pasar a mejor vida, en lugar de morir.
-Minusválido, en lugar de inválido.
En los ranchos y suburbios, cuando una mujer está en su período de menstruación dice simplemente: «Me vino a visitar la comadre».
«Empinas el codo» (tomas alcohol) cuando te vas de parranda y te pones «hasta las chanclas» (te emborrachas).
Como lo dije «ad supra» (líneas arriba), los eufemismos no sólo son comunes en el «lenguaje político» (discurso político, choro), sino que están presentes en todos los ámbitos y en la vida diaria de las personas.
Los mexicanos somos especialistas en todo tipo de eufemismos y disfemismos.
Contrario al eufemismo, un disfemismo es aquella palabra o expresión dicha en términos vulgares y ofensivos, conocidos vulgarmente como albures.
Entonces, el eufemismo viene a ser algo así como lo contrario de los albures, algo que se dice para disfrazar una expresión ofensiva.
Tal vez el más nuevo eufemismo que he escuchado es el de «tejido social».
Por «tejido social» se entiende la interrelación entre todas las personas que habitan en una comunidad.
Si el tejido social está deshecho, como parece estarlo en Reynosa, ¡pues hay que repararlo!
Sin embargo, no se trata de sentarse en una mesa de sastre y ponerse a zurcir como si fuera un calcetín.
Es, como dijo el Gobernador en el evento donde se presentó el programa «Unidos por Reynosa», una tarea de todos.
O explicado en términos simples: ¡A jalar parejos!
Y el dicho mexicano estilo Pegaso dice así: «La estructura cóncava utilizada para procesar alimentos mediante el calor no está en condiciones de elaborar panecillos a base de harina de trigo o maíz». (El horno no está para bollos).