Por Pegaso
El Gobierno no sabe cómo medir la felicidad de los mexican curious.
¿Es cuestión de dinero?¿Son más felices los ninis y los viejitos porque les llega una piscachita cada dos meses?
¿Será acaso el amor lo que les causa más alegría?
¿O les produce más euforia cuando gana el América?
En términos generales, ¿son los habitantes de Mexicalpan de las Tunas más felices desde que la izquierda llegó al poder?
Esas y otras interesantísimas cuestiones se darán a conocer en los próximos días, en el marco de un intento gubernamental por demostrar que los habitantes de este sufrido país hemos alcanzado el Nirvana desde el mismísimo momento en que tachamos la boleta a favor del candidato que hoy ocupa la Pejidencia de la República.
Para empezar, hay que dejar en claro que la felicidad es algo subjetivo, por consiguiente, no se puede medir con regla ni con balanza.
Dicen que el dinero da la felicidad, pero esto no es cierto en la totalidad de los casos.
Una persona no es más feliz porque tiene más, sino porque necesita menos cosas para serlo.
Puede que las migajas que les avientan a los depauperados por parte del Gobierno empujen hacia arriba una encuesta de felicidad, porque anteriormente no tenían nada, o les llegaba menos que ahora.
Y si bien el salario mínimo se duplicó, esto no significa que los obreros vivan el doble de bien que antes del aumento, ya que en realidad, nadie podía vivir con 85 pesos diarios, a menos que fuera faquir.
Una familia de cuatro, por ejemplo, puede gastar diariamente dos litros de leche, a razón de 22 pesos por litro, un kilo de tortillas, 20 pesos, frijoles, 15 pesos, transporte, 30 pesos.
Sólo en esos conceptos ya llevamos 110 pesos gastados, y no incluimos el pago de servicios, como la luz, el agua, el gas, las colegiaturas, la ropa, etcétera y un larguísimo etcétera.
Aún con la ayuda gubernamental, no sé cómo se las arreglaría un padre de familia que gana “el doble del salario mínimo” para cubrir todas esas necesidades.
Debía impulsarse, como dice mi amigo Marco Elejarza, que se garantice a cada mexicano un ingreso mínimo familiar de 500 pesos diarios, el equivalente a 25 dólares por jornada laboral de 8 horas.
Aún así, eso nos dejaría todavía muy lejos de los 10 dólares por hora que gana el trabajador más jodido en Estados Unidos, es decir, 80 dólares diarios.
Yo le daré al Gobierno algunos aspectos que sí nos podrían hacer que tengamos una sonrisota de oreja a oreja por todo lo que resta del sexenio:
-Que se meta a la cárcel a todos los expresidentes, desde Carlos Jalinas hasta Quique Piña Nieto, pasando por Felipillo Calderón, Chente Fox y Ernesto Zepillo.
-Que se cancelen las mañaneras.
-Que se desmantele el avión presidencial, que se venda como fierro viejo y que la lana que les den por él se reparta entre la raza.
-Que se le compre ahora mismo a China o a Rusia la vacuna contra el COVID en lugar de esperar a que Carlos Slim y los gringos hagan la suya.
-Que los 500 mil millones de pesos anuales que se recuperan de la corrupción se distribuyan entre cada habitante del país.
-Que Telerisa y Tele Aztuerca ya no transmitan tanta narconovela.
-Que fifíes y chairos fumen la pipa de la paz, para que ya no inunden las redes sociales con tanta caca que se avientan.
-Por último, y no menos importante, dejar que el orate, ojete, nazi, racista y misógino de El Trompas se ahorque solo en lugar de estarle sobando la vaina.
Estoy seguro que con solo eso los mexicanos estaremos realmente felices y contentos.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Quien manifiesta su contento la vez postrera, generalmente lo hace con mayor excelsitud”. (El que ríe al último, ríe mejor).