Por Pegaso
Cierta vez un pobre jornalero decidió ahorrar parte de su sueldo para comprar una hectárea de terreno, allá, en el ejido Pancho Villa.
Con mucho sacrificio logró completar la cantidad que le pedía el ejidatario y con algo más de esfuerzo construyó una casucha todavía más humilde que él.
Gastó sus últimos pesos en comprar un poco de sorgo y una olla de barro grande, donde lo colocó para después sembrarlo en su parcela.
Puso Filemón la olla con la semilla en una mesita, cerca del desvencijado catre que usaba para dormir.
-Voy a vender este sorgo,-pensó, mientras veía la olla y se preparaba para dormir. Si lo vendo a buen precio, puedo sembrar de tardío y así tendré dos ollas en lugar de una. Venderé las dos ollas y sembraré más tierra, hasta tener cuatro, y luego ocho ollas. Después iré con el ejidatario a comprarle más terreno y pronto voy a ser un hombre próspero. Cuando ya tenga dinero suficiente me voy a construir una casa mucho más grande y bonita, compraré un tractor y una camioneta. Después compraré más y más tierra, más y más tractores hasta que logre ser el productor de sorgo más importante de Reynosa. Como soy aún joven, me buscaré a una muchacha guapa y de buena familia. Nos casaremos en una iglesia grande, rentaremos un casino lujoso e invitaremos a todos los rancheros de los alrededores para que se mueran de envidia. Ya que estemos casados, mi esposa me dará un hermoso hijo, al que llamaremos Filemón. Pronto crecerá y se convertirá en un joven guapo y fuerte como su padre. Aprenderá a jugar futbol y le pegará bien duro a la pelota y…
En ese momento, ya más dormido que despierto, el hombre dio tal patada a la olla que ésta salió disparada y se estrelló contra la pared, derramando todo el sorgo sobre el fogón.
Moraleja: Para que nuestros sueños se hagan realidad debemos estar bien despiertos; no nos vaya a pasar lo que le pasó al papá de Filemón.
(Inspirado en una fábula indú).