Por Pegaso
Volando sobre la fría estratósfera, esperando que nos deje un poquito el frío para reanudar nuestras actividades normales, hacía yo un recuento de los propósitos de año nuevo que la mayoría de nosotros nos hacemos.
Y veía que la lista casi siempre la encabezan la dieta y el ejercicio.
Estar fitness es lo de hoy.
Si recorremos las principales avenidas de Reynosa y vamos a cualquier colonia, podremos ver sin riesgo a equivocarnos que hay al menos uno o dos gimnasios, uno o dos salones de zumba, o de perdido un parque de barrio con aparatos para hacer cardio.
Sobre el boulevard Miguel Hidalgo, donde estaba el motel Engrei, ahora se ubica un gimnasio llamado Stay Fit (estar en forma).
Pues bien, hasta hace unos meses estaba a un lado un pequeño negocio donde vendían tacos de tripitas, barbacoa de cachete y menudo, llamado Stay fat (estar gordo), lo que evidencía un sentido muy agudo de la mercadotecnia del comerciante o un simpático oportunismo, producto del ingenio del mexicano.
Del gim salían pavonéandose puros güeyes bien mamados, mostrando sus abultados bíceps y su abdomen de lavadero.
De la taquería salían los gorditos felices, con sus rubicundas lonjitas y sus cachetitos inflados; me recordaban aquel dicho del Filósofo de Güemez que dice: «Cachetón, panzón y nalgón, huevón el cabrón».
De repente quitaron el Stay fat, posiblemente porque le hacía sombra al Stay fit, así que los amantes de los taquitos grasosos tuvieron que irse con sus ebúrneos cuerpecitos a otra parte.
Hacer dieta y ejercicio no es nada fácil. Una cosa es proponérselo y otra enfrentar la apabullante realidad.
No terminará ni siquiera este mes cuando ya estaremos poniendo pretextos: «Nomás que pasen los reyes magos para probar un pedazo de rosca», «después de los tamalitos del Día de la Candelaria», y así nos vamos durante todo el año y no hicimos nada.
Lo cierto es que hay que quererse mucho y tener demasiados productos de gallina para iniciar un programa de dietas y ejercicio que nos permitan estar como varitas de nardo para las vacaciones de Semana Santa y las de verano.
Tendríamos que echarle mucha enjundia y darnos ánimo a nosotros mismos, como lo hacía el finado Paco Stanley en su programa de televisión: «¡Qué lindo soy, qué bonito soy, cómo me quiero! Sin mi me muero. ¡Jamás me podré olvidar!»
O como en su momento cantaba Eduardo Manzano cuando personificaba a Gordolfo Gelatino: «Soy tan hermoso, miren bien, soy tan gracioso, ya lo ven, y soy muy fino, soy Gordolfo Gelatino».
Por eso aquí nos quedamos con el dicho estilo Pegaso: «¡En ese lugar, progenitora. En ese lugar!» (¡Ahí, madre. Ahí!)