Por Pegaso
Dialogaba hace poco con unos buenos amigos acerca de la forma en que los migrantes centroamericanos rechazan nuestros mexicanísimos frijolitos en bola, porque dicen que en su país los utilizan para alimentar a los puercos.
No dudo de su palabra. Lo que no me cabe en la mente es que a lo largo de tantos años de historia, no hayan podido aprovechar todas las bondades, usos, sabores y texturas del frijol, para elaborar con él todas las viandas de que gozamos en nuestra rica gastronomía.
Porque a ver, ¿quién no ha probado unos riquísimos frijoles refritos con queso fresco o canasto?
¡Y los frijolitos en bola con su chesco!
No hay nada más sabroso, aquí en Reynosa, que degustar los deliciosos tacos de canasta de frijolitos al estilo Don Yeyo, o los tacos gigantes de harina con carne deshebrada y su embarrada de frijoles.
¿No me digan mis dos o tres lectores que le han hecho el feo a unos frijoles charros recién salidos de la olla, con sus cueritos, su choricito, su chilito verde con tomatito y cebolla, y sus rebanadas de salchicha hotdoguera?
Los frijoles son el caviar mexicano, un verdadero lujo para los paladares más exigentes y las panzas aventureras.
O qué, ¿no es lo mejor, cuando uno anda crudelio, que echarse unos frijolitos con chorizo y sus tortillitas de harina acabaditas de hacer?
Yo considero que los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños no saben lo que hacen y dicen.
Hay personas caritativas que, guiadas por su buen corazón, les llevan su guisito consistente en unos frijolitos refritos con salsa mocajeteada, tortillas de maíz y un vasote de agua de Jamaica.
En un principio, como que aceptaban los platillos, pero pronto empezaron a hacerles el fuchi, bajo el argumento anteriormente citado: “Eso se lo damos a los chanchos en nuestro país”,-decían.
Después cambiaron ese alimento por pizza, pero ahora parece que tampoco les complace, o sus papilas gustativas ya se cansaron del sabor del queso con pepperoni y ahora mejor prefieren guisar sus propios alimentos.
Solo que Protección Civil está listo para decomisar los asadores y tanques de gas, así que me imagino que están aceptando de mala gana lo que les llevan algunas organizaciones filantrópicas.
Y no los critico. Tal vez en su país están acostumbrados a otro tipo de alimentación, pero aquí, en Mexicalpan de las Tunas, estamos hechos de maíz, chile, nopal y frijol.
Algunas de las propiedades de este importantísimo alimento son las siguientes: Contienen un alto porcentaje de carbohidratos de absorción lenta, ácido fólico, tiamina, riboflavina y niacina, así como aportes de magnesio, potasio, zinc, calcio y fósforo.
El frijol es rico en fibra, y es recomendado para personas propensas a sufrir enfermedades cardiovasculares y niveles elevados de colesterol.
Produce beneficios en la piel y el cabello, haciendo que luzcan radiantes, más vitales y flexibles, además de evitar el envejecimiento celular.
No he visto los cerdos centroamericanos, ¡pero deben estar bien sanos los cabrones!
Por todo lo anterior, yo les diría a los migrantes centroamericanos que, cuando alguna alma generosa les ofrezca unos frijolitos con sus tortillitas, su agua fresca y su salsita picosa, no rechacen ese alimento, porque es bucatto di cardinale, y el orgullo de todo un pueblo.
Y cuando dicen que en su país se los dan a los cerdos, es como insultarnos, como llamarnos cerdos a nosotros mismos, y ahí es donde sí cala.
Por eso los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “Al sitio a donde te dirijas procede a realizar lo que percibas visualmente”. (A donde fueres haz lo que vieres).