Por Pegaso
Después de un año y medio, parece que el ganso ya se cansó.
Volando yo por la estratósfera, me doy cuenta que el desgaste presidencial ha sido tremendo en éstos últimos meses.
Desde que dejó ir al hijo del Chapo Guzmán, el Pejidente no las ha traído todas consigo.
Y a decir verdad, el sexenio 2018-2024 lo empezó con la pata izquierda.
ALMO tomó las riendas de un país al borde de la ruina, después de un gobierno baladí, superfluo y vano.
Desde el primer milisegundo, luego de ponerse la banda presidencial en el pecho y respirar, empezó a echarles de chigadazos a sus oponentes políticos, a los que llamó fifís y conservadores.
Los privilegios que antes tenía la gran prensa capitalina, cayeron, al igual que las elevadas concesiones fiscales de que gozaban los empresarios de alto pedorraje.
¿Qué esperaba nuestro Tlatoani?¿Que el monstruo de mil cabezas no reaccionara?
En el año y medio que tiene al frente del País, no lo han dejado ni a sol ni a sombra, pero él tampoco ha dado cuartel, y la guerra sucia se desató en todos los frentes.
A éstas alturas, sin embargo, el cabecita de algodón ya se muestra cansado.
Tiene frente de sí dos amenazas colosales, ante las cuales los de la mafia de poder y los cárteles de la droga son niños de pecho: El derrumbe del precio del petróleo y la pandemia de COVID-19.
Los resbalones que ha dado con uno y con otro, le han causado una baja en su autoesti… perdón, en su aceptación popular de casi la mitad de lo que tenía al inicio de su mandato.
En estos momentos, según las encuestas, sólo el 47% de los mexicanos lo apoyan, contra más del 80% que lo idolatraban en diciembre del 2018.
Dice el dicho, y dice bien: «Cae más pronto un hablador que más fuerte es la caída». No, perdón: «Mientras más alto subas, que un cojo». No, tampoco, pero la idea es esa, como decía El Chapulín Colorado.
«Me canso ganso» fue la frase insignia que utilizó en su discurso de toma de posesión, el primero de diciembre del año antepasado. Frase que dijo por vez primera en un discurso para remarcar su proyecto de construir el aeropuerto de Santa Lucía, en lugar del NAIM.
Pero mientras que en público sigue riendo, en privado debe estar que se lo lleva la tiznada por el bajón de popularidad.
Lo ha dicho también mil veces: «Con el pueblo todo, sin el pueblo, nada».
Pues bien, parece que una parte del pueblo ya no le brinda la confianza suficiente, y eso está alentando a un grupo de gobernadores del norte y centro del país, para exigir una revisión al Pacto Fiscal Federal, amagando de paso salirse de dicho pacto y crear una república independiente, igualitito a lo que pasó en los Balcanes hace algunas décadas.
El Pejidente ya se ve cansado. Al menos en una de sus recientes apariciones públicas, -porque ya no puede ir tan seguido como quisiera a los pueblos a besar de a cachetito a las fodongas y a convivir con el infeliciaje- se le salieron las de cocodrilo.
El ganso ya se nota cansadón. Las plumas se le ven caídas, el pico medio chueco y la colita ya no se le mueve tanto.
Con 67 años a cuestas las cosas ya no son como antes, cuando andaba quemando pozos petroleros y haciendo desmadre.
El hecho de ser hipertenso y haber tenido un preinfarto, mantiene encendidos los focos rojos en Bucareli y Los Pinos, porque en cualquier momento puede dar el cuartazo.
Eso, si no se contagia antes de COVID-19.
Pero no seamos tan pesimistas, porque a lo mejor él tiene otros datos.
Mejor vámonos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «Añosos, los accidentes orográficos».(Viejos, los cerros).