Por Pegaso
Desde acá, desde la estratósfera, veo la desesperación y el enojo de la gente a consecuencia del desabasto de gasolina.
Veo filas y filas interminables de automovilistas esperando su turno para cargar combustible. Muchos de ellos se quedan a la mitad cuando se les acaba, y entonces, toman unas yogas que traen en los asientos de atrás y se lanzan a hacer una nueva fila, pero de peatones.
Eso, en las gasolineras donde sí hay carburante.
Donde están cerradas las bombas sucedió anoche otro fenómeno: La gente de todas maneras hizo fila porque les dijeron los despachadores que la pipa llegaría en el transcurso de la tarde, lo que no sucedió, y aún así, muchos pernoctaron en plena calle, sin esperanzas, sumamente enojados y cansados por la larga espera.
Todo esto es, dice el Pejidente López Obrador, a causa de la lucha contra el huachicoleo.
Pero, si ya nos estamos ahorrando millones de litros por esa nefanda práctica, ¿dónde está toda es agasolina? ¿Quién la tiene? ¿Por qué la esconden?¿Es insuficiente el sistema de transporte por pipas para llevarla hasta las gasolineras?¿Por qué siguen diciendo que hay suficiente, pero eso no se refleja en la práctica?
Miles de interrogantes que se están haciendo los consumidores, que tienen que irse a trabajar temrpano, a llevar a sus hijos a la escuela y a realziar todas sus actividades diarias.
En por lo menos seis Estados de la República la situación es insostenible.
«Esperen», «tengan paciencia», «apelamos a su comprensión». Son las frases más trilladas del mandatario, en sus ruedas de prensa matutinas, pero la verdad, el asunto puede salirse de control.
Nada hay más peligroso para un pueblo que la escacés de algún producto vital, como en este caso, las gasolinas.
Todo se mueve con combustible. Si no hay gasolina, no se pueden transportar mercancías de un lugar a otro, no hay corridas del transporte foráneo, no van los niños a la escuela, no va el viejón al trabajo, no hay producción agrícola, no han ambulancias para transportar a los enfermos y en general toda la actividad económica colapsa.
Aún no llegamos a tales extremos, pero ¿cuánto más puede durar una población sin combustible?
No nos hagan pensar que estábamos mejor cuando estábamos peor, y que empecemos a extrañar al guachicolero que se ponía en una apartada calle o a las pipas que surtían a las gasolineras con combustible robado.
Antes nos quejábamos de las kilométricas colas en el puente internacional para ir a McAllen, donde durábamos hasta dos o tres horas, pero ahora, con la crisis de la gasolina, hay personas que pernoctan en su carro en espera de adquirir el preciado carburante.
Dijo el Pejidente, en torno al gravísimo problema del guachicoleo y el combate que inició en contra de las bandas que roban combustible a PEMEX: «A ver quién se cansa primero».
El riesgo es que sea el pueblo el que se canse primero y entonces sí, que Diosito nos agarre confesados.
Por eso, aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «Traspusimos los límites de Guatemala para iongresar a Guatepeor». (Salimos de Guatemala para entrar a Guatepeor).