Por Pegaso
Volando por los nubosos y tormentosos cielos de Reynosa, me puse a revisar los mensajes que diariamente me llegan por wasap.
Muy despreocupado, porque acá arriba no hay tránsitos que te multen por textear mientras vas manejando, veía las fotos que envió el buen amigo Geovanni Barrios, Presidente de la organización Justicia Tamaulipas, desde el Moulin Rouge de París y las bellas calles de Holanda, donde espera presentar una denuncia ante la Corte Penal Internacional de La Haya contra ex funcionarios que cobijaron y alentaron el crimen organizado, y contra los actuales que obstaculizan las investigaciones o evaden su responsabilidad ante las miles de víctimas que se aglutinan esperando una respuesta.
La denuncia en La Haya, según afirma Barrios, va respaldada con la firma de más de 450 familiares de personas desaparecidas.
En virtud de que son miles de casos similares, el activista manejó el término «delito de Lesa Humanidad», para describir lo que está ocurriendo no sólo en Tamaulipas, sino en todo el país.
No por nada ya se empieza a conocer como «el holocausto mexicano», en comparándolo con el holocausto judío perpetrado por los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Y no es exagerado.
Los crímenes de Lesa Humanidad fueron establecidos en la Carta de París del 8 de agosto de 1945, en el Tribunal de Nuremberg. Entre ellos están el asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier acto inhumano contra la población civil.
Para el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, es todo aquel acto tipificado como asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales del derecho internacional, así como tortura, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, esterilización forzada u otros abusos de gravedad comparable; temas como la persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género u otros motivos reconocidos en el mundo como inaceptables con arreglo al derecho internacional; la desaparición forzada de personas, el crimen de apartheid u otro acto inhumano de carácter similar que cause grandes sufrimientos o atenten de gravedad contra la integridad física o la salud mental cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.
¿Así, o más clarito?
En cuanto al término holocausto, sabemos que en la Alemania nazi fueron asesinados como 5 millones de judíos… bueno, menos, como 6 millones, a quienes enviaban a campos de concentración, hacían experimentos con ellos y luego elaboraban jabón con su grasa para que los sondados teutones siempre anduvieran oliendo a limpio, como el comercial de Fabuloso, que hace feliz a tu nariz.
Bueno, aquí no llevamos tantos, pero cada final de sexenio se hace un recuento de los muertos y desaparecidos oficialmente y fácil rebasan los cien mil.
Parece que hay competencia entre ex presidentes para ver quién de ellos tuvo más muertes, como si fueran estrellitas de kinder.
Pero los datos extraoficiales hablan de números mucho mayores.
Bajita la mano, desde que inició la «guerra», en el 2008, al menos unos dos o tres millones de personas, entre buenos y malos han sido asesinados o están desaparecidos.
Según datos de El Universal, durante el sexenio de Fox hubo 60,162 homicidios relacionados con la delincuencia organizada, en el sexenio de Calderón fueron 121,163 y ya casi para finalizar el de Peña Nieto ya se están arañando los 120 mil.
Yo me reía cuando en aquellos años alguien decía: «México se va a colombianizar».
Conforme pasaron los años fuimos comprendiendo que no sólo se colombianizó, sino que nuestro país, en vísperas de iniciar un nuevo Gobierno, está convertido en un Estado fallido, donde el poder fáctico del crimen organizado es el que manda galleta.
Y hasta aquí le dejo, porque resulta peligroso hablar de estos temas. (Nota de la Redacción: ¿Zacatito pa´l conejo?)
Mejor los dejo con el refrán estilo Pegaso: «No se trata de un temor fundamentado, más bien significa un acto de cautela». (No es miedo, es precaución).