Por Pegaso
Hagamos hoy un ejercicio de imaginación.
¿Qué pasaría si nuestro tlatoani contrae el coronavirus?
Como ya anda “arañando” los 70 años, está considerado de la tercera edad, y es sujeto de alto riesgo.
Además, al retomar sus giras de trabajo y no utilizar elementos auxiliares, como cubre bocas, careta y guantes, y no respetar la sana distancia, el riesgo se incrementa.
Cualquiera de las viejas fodongas que besa de a cachetito o cualquier paisano que salude de mano puede contagiarlo.
Nuestros mejores deseos para que esto no pase, pero, ¿y si llega a ocurrir?
Hasta ahora las estampitas del Sagrado Corazón y las oraciones lo han protegido del COVID-19, como invulnerables escudos.
También se ha portado bien, no ha mentido y no ha robado, así que por ese lado, está protegido.
Sin embargo, está jugando contra las posibilidades. Y en el puesto en que se encuentra, es hasta irresponsable e imprudente que continúe retando al destino.
Si al Pejidente le da coronavirus, tendrá que someterse a un agresivo tratamiento.
Dependiendo de las condiciones en que se encuentre su sistema inmune, tendrá que ser hospitalizado o mantenerse aislado.
Si se mantiene aislado, puede atender los asuntos del País desde su despacho particular, teniendo contacto con sus secretarios y operadores de manera virtual.
Pero si la enfermedad lo tumba, será necesario de toda necesidad que se le hospitalice, que se le haga el TRIAGE y en todo caso, se le entube.
El coronavirus es una enfermedad muy dolorosa, no deseable para nadie.
Te entuban con oxígeno, te aplican una serie de medicamentos y antibióticos y te mantienen boca abajo todo el tiempo.
Bajo esas circunstancias no se pude gobernar un país. Se necesitaría que el Congreso sesione de manera urgente para designar a la persona que ocupe el despacho del Pejecutivo por el tiempo que sea necesario.
Pero como dicen que cuando el gato no está los ratones se divierten, la gestión pública no será la misma.
Si hasta ahora el Pejidente ha mantenido las manos amarradas y las uñas limadas de sus colaboradores, ¿qué pasará cuando no esté sobre ellos la pura, inmaculada y enérgica mirada de ALMO?
Creo que se empezarán a despachar con la cuchara grande, porque todos ellos, en el transcurso de sus respectivas carreras políticas han demostrado ambición y gusto por el dinero ajeno.
Recordad que la gran mayoría fueron priístas, provienen de una cultura basada precisamente en la corrupción, la simulación y la impunidad.
No quiero ni imaginar que el Pejidente caiga enfermo de COVID-19.
Sería un reverendo desmadre.
Háganle caso al refrán estilo Pegaso que dice: “En ocasión en que el cánido ingiere embrión de gallinácea, incluso cuando le incineren la parte saliente y prolongada de la cara”. (Cuando el perro come huevo, aunque le quemen el hocico).