Por Pegaso
Desde que las redes sociales son redes sociales, empezaron a surgir una serie de personajes que rápidamente ganaron popularidad entre la gente joven.
Hacer cualquier pendejada, decir cualquier cosa que se les ocurra, hablar como cotorros sin decir nada, pronto se convirtió en algo completamente normal en plataformas como Facebook, Twitter, You Tube, Instagram, LinkedIn y ahora Wasapp y Pinterest.
Son los influencers.
Un maestro de 6to. De LCCP, en la Universidad Tamaulipeca, Jorge Peña, nos decía en la clase de “Opinión Pública y Propaganda”, que hay una diferencia enorme, abismal, entre lo que es un influencer y lo que es un líder de opinión.
Para empezar, un líder de opinión es aquella persona que cuenta cono conocimientos de lo que dice.
En la mayoría de las veces son periodistas de muchos años, políticos populares o especialistas en diferentes disciplinas.
Por el contrario, puede ser influencer cualquier adolescente patineto que agarra una computadora o teléfono celular y se pone a “generar contenido”, como se dice eufemísticamente.
De pronto, se ven con miles, millones de seguidores y se convierten en super estrellas, como Luisito Comunica, como Yuya o como Kimberly Loaiza.
Empiezan a ganar tanta lana como jamás la habían visto en su vida, y por lo general, pierden el piso.
Tan es así que pronto creen ser una especie de semidioses, que pueden decir lo que se les antoje sin ninguna consecuencia legal.
Mientras que un líder de opinión sabe la repercusión que cada una de sus palabras puede tener en el mundo real, los influencers, en sus burbujas, están convencidos que todo es un juego y que viven una vida en rosa, cobijados por una popularidad artificiosa.
Y así, primero surgieron los you tubers, luego los facebookeros, luego los tik tokeros y quién sabe qué otra fauna nociva tendremos que soportar en los próximos años.
En vista de que la mayoría de ellos son jovenzuelos imberbes e inexpertos, a veces da lástima lo que puede ocurrir cuando meten la pata.
Por ejemplo, el 29 de junio de este año, una youtuber llamada YosStop (su nombre en la vida real es Yoseline Hoffman), fue detenida por el delito de pornografía infantil.
Resulta que compartió con sus miles de seguidores un video donde una chica de 16 años era brutalmente violada, y luego todavía comentó que era una puta y que forma parte de una “patética generación”.
La polémica le granjeó todavía muchos más seguidores, sin embargo, las autoridades la detuvieron porque se trata de un delito que se sigue de oficio.
Actualmente está detenida en un centro de reclusión. Pero no cabe duda de que, por tomar a la ligera un tema como ese, ya echó a perder el resto de su vida.
Muchos otros influencers han caído en temas polémicos, como Luisito Comunica, quien tiene en sus redes sociales “apenas” 33.6 millones de suscriptores, de los cuales 21.1 son de Instagram y 7.9 de Twitter, y que a su corta edad ya está podrido en lana.
En uno de sus últimos videos fue calificado de irresponsable, por no usar cubrebocas durante las grabaciones que transmite, donde además, en una ocasión, fumó marihuana con un grupo de hombres en Kenia.
También el caso del mezcal llamado “Tus Nalguitas Serán Mías”, donde fue duramente criticado por el mensaje misógino que difundió.
Tal es el hambre de los influencers por obtener seguidores, y por tanto, contar con más ingresos, que una chica llamada Odalis Santos, fisicoculturista que acostumbraba subir videos y fotos a las redes, perdió la vida tras someterse a un tratamiento para combatir la sudoración excesiva, y lo hizo en vivo y a todo color.
Tuvo que ser internada de urgencia en un hospital, donde perdió la vida.
Después se sabría que para lograr el físico que presumía, le entraba a sustancias prohibidas, como los esteroides anabólicos y otras.
Estamos llegando al momento en que las autoridades deben intervenir para reglamentar a los influencers, como ya se hace en otros países.
Cobijados en una falsa ilusión de libertad de expresión, prácticamente pueden decir o hacer lo que se le pegue su rechingada gana, a pesar de que a veces incurren en delitos, como YosStop o ponen en peligro su propia vida, como Odalis Santos.
No estoy en contra de que los jóvenes busquen la manera de salir de jodidos explotando algún talento, como el saber hablar en público o tener ideas innovadoras.
Lo hace Yuya, con la presentación de artículos de moda, donde incluso ya ha creado su propia marca. Lo hace Luisito Comunica, cuando no entra en cuestiones polémicas, sino que se dedica a difundir temas interesantes.
Algo que tienen en común los influencers y los líderes de opinión es la credibilidad (aunque a decir verdad, yo no confiaría ciegamente en un influencer). Mientras más gente les crea lo que dicen, más poder logran acumular y más ingresos generan.
Son como aquel cuento del Flautista de Hamelin, de los Hermanos Grimm, quien con solo una flauta, hacía que lo siguieran legiones de estúpidos ratones, a los cuales llevaba al borde de un abismo para que cayeran hacia su propia muerte.
Yo nunca seré influencer o líder de opinión, porque apenas me siguen mis dos o tres fieles lectores.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “En la nación de invidentes, el individuo que se vale de uno solo de los globos oculares se constituye en monarca”. (En el país de ciegos el tuerto es el rey).