Por Pegaso
Regresando de mi vuelo vespertino me puse a revisar algunos de los aspectos del Primer… no, menos, del Tercer Informe de Gobierno del Pejidente AMLO, y lo que resaltó a primera vista fue el tono triunfalista, socarrón y provocador que abona más al divisionismo de una sociedad de por sí polarizada.
Aquí, en este espacio, reconozco los logros que se tuvieron en estos primeros diez meses de gobierno.
Uno de ellos, quizás la principal bandera que enarbola la llamada Cuarta Transformación es haber echado de Palacio a todos los sátrapas, rateros y sinvergüenzas.
Lamento, sin embargo, que la barredora haya llegado sólo a los de arriba, porque los funcionarios de medio pelo y los de abajo siguen presentes y con los viejos vicios de siempre.
Otro logro. La gasolina se ha sostenido entre los 13:95 y los 14:60 pesos, y eso ya es una ventaja.
El galancete de telenovela, Enrique Peña Nieto, asestó durante su mandato un duro golpe a todos los mexicanos con el «ajuste» a los carburantes, y de 10 pesos que costaba el litro en la frontera, pasó a 15, mientras que en el interior, de 15 pesos pasó a 20.
En su primer año de Gobierno, López Obrador ha bajado unos cuantos centavos, y ya con eso se pone a alardear de que bajó la gasolina, cuando en verdad, dentro de sus facultades, está regresarla a 10 pesos en la frontera y 15 en el interior, como estaba antes.
Otro tema polémico es el aumento al salario mínimo. Se trata de una verdadera falacia. Es muy diferente el salario mínimo al salario que gana un trabajador. Son cosas distintas. El salario mínimo es una unidad de referencia, una medida. En realidad, en México muy poca gente gana ya el salario mínimo. El que menos, gana 2 o 2.5 veces esa cantidad, de tal forma que ni yo, ni tú, ni fulano, ni perengano, ganan ahora el doble de lo que ganaban hace un año.
No se avanzó, y hasta hubo retrocesos en tres asuntos realmente vitales para el país: La seguridad pública, la captación de impuestos y el crecimiento económico. Ahí sí vamos como el cangrejo, para atrás.
Sin embargo, hay que darle aún el beneficio de la duda a un gobierno de la izquierda que apenas tiene 10 meses en el poder.
Pero si todo sigue igual, si en realidad AMLO no da un golpe de timón, si no deja a un lado la soberbia, la provocación, la violencia verbal, en lugar de concentrarse en lo verdaderamente importante, anticipo que todo seguirá igual o peor.
Por cierto, uno de los aspectos que fueron muy criticados ayer y que reflejan cabalmente la personalidad de nuestro tlatoani, es el escrito de la mampara que estaba detrás de él, durante la presentación de su informe.
Decía: «Tercer Informe de Gobierno», cuando en realidad tendría que ser «Primer Informe de Gobierno».
Nadie se explicaba por qué el Pejidente había mandado ponerlo como tercer informe, hasta que alguien de su gabinete dijo: «¡Ah! Pues es que el primero fue a los cien días y el segundo al cumplir el año de su triunfo».
Yo había aventurado algunas hipótesis:
-«Se catafixió el primer informe por el tercero».
-«Es que estamos ensayando también para el segundo y el tercero… la imagen corresponde al tercero».
-Es que recibimos una imagen del futuro.
-Es que Peña Nieto fue quien hizo la mampara y pensó: «Este es el Primer Informe… no, menos, el Tercero».
-Es que fue un compló.
Finalmente, se sacaron de la manga la ingeniosa y nunca antes vista respuesta que ya les he referido: Es que el primero fue el de los cien días y el segundo al cumplir el año de haber sido electo Presidente.
Sin embargo, la Costitución dice que éste es el Primer Informe de Gobierno del Presidente de la República.
Por eso mismo, y porque refleja la personalidad socarrona y contestataria de AMLO, el último comentario que hice fue el siguiente: «¡Al diablo con laj injtitujionej! Yo le pongo como me venga en gana».
O como dice el dicho: «¡Por consiguiente, individuo canonizado se agotó!». (¡Y San Seacabó!)