AL VUELO/ Lambiscones
Por Pegaso
Hoy quiero felicitar a todos aquellos trabajadores petroleros que perdieron el miedo, que dejaron de lado su naturaleza agachona, cobarde y sumisa, y decidieron salir a votar por un cambio en la Sección 36 del Sindicato Petrolero.
Qué bueno que le dieron unas patadas en las donas al caciquillo Moisés Balderas Castillo, de triste memoria, quien durante más de una década se enriqueció gracias a los jugosos contratos que PEMEX otorga a la organización sindical, pero cuyos dividendos jamás llegaron a las bases trabajadoras.
Loor a aquellos que supieron unificarse, a pesar de las diferencias y egos que existen naturalmente entre los diversos grupos.
Acabo de ver en la página de Juan Antonio Treviño, “El Flaco”, un bonito mensaje donde agradece a todos los que apoyaron su causa y asegura que no los defraudará.
Durante muchos, muchos años, el Sindicato de Trabajadores Petroleros ha sido propiedad de unos cuantos.
Hay que recordar que Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, era amo de horca y cuchillo, junto con su inseparable y mantecoso amigo, Salvador Barragán Camacho.
Aquí, en la Sección 36, hubo malos y buenos líderes. Cómo olvidar al “Gato” Ernesto Cerda Ramírez, con sus ojos azul intenso y una sonrisilla perversa en los labios.
Con Enrique Yáñez Treviño me unió una buena amistad, y posteriormente, con Jorge Pulido Avendaño, hubo algún acercamiento, sobre todo cuando lo metieron a la cárcel por no sé qué situación que tuvo con la dirigencia nacional.
Eran los tiempos en que el Sindicato Petrolero tenía una diputación local, una diputación federal y contaba con el poder suficiente para vetar alcaldes.
Yo me acuerdo que mi madrina Ernestina Icaza de Contreras, “Tinita”, era la candidata del PRI a la Presidencia Municipal de Reynosa, apoyada por “La Quina”.
Pero entonces, debido a que ya desde aquel tiempo había una pugna con el Gobierno, intervino Gobernación y pusieron a Ernesto Gómez Lira, cobijado bajo las siglas del espurio Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).
Con el paso de los años, luego de la caída de Hernández Galicia, el STPRM y la Sección 36 empezaron a perder fuerza política.
Los nuevos dirigentes se encerraron a piedra y lodo, pero seguían haciendo jugosos negocios, como la venta de las tiendas de consumo, la funeraria, el Cinema 70, los ranchos y los recreativos.
Luego vino Moisés Balderas Castillo, quien todavía gozó de los honores de ser Regidor, aunque nunca asistía a las sesiones y Diputado Local, donde tampoco hacía acto de presencia, ni mucho menos presentaba iniciativas.
Dueños de la lana y el poder político, los pocos opositores que tenía la dirigencia sindical eran perseguidos y descalificados.
En cada elección, que se hacía a puerta cerrada y a mano alzada, solo la Planilla Blanca tenía derecho a estar presente, porque a los grupos minoritarios no se les permitía ingresar.
En el pasado proceso interno, hace dos o tres años, hubo varias planillas, pero ni aún así pudieron en contra del cacique Moisés Balderas.
Pero esta vez fue diferente. Todas ellas se unieron y formaron un frente fuerte.
Aunque con pocos votos de diferencia, lograron alzarse con el triunfo y si no salen con alguna triquiñuela, “El Flaco” Juan Antonio Treviño será el próximo Secretario General de la Sección 36.
Por eso felicito a los petroleros que decidieron sacudirse el yugo de Balderas Castillo.
Aunque quiero decirles algo. En uno de los videos que circularon el martes por la noche, uno de los de planta dijo a José Isidro Ávila, integrante de la Planilla Naranja: “¡Mi Chilo de oro!”
De inmediato recordé aquellas escenas cuando por imposiciones ganaba la planilla oficial e inmediatamente los trabajadores petroleros sacaban a relucir su lambisconería, gritando al nuevo dirigente: “¡Mi Chava de oro, o mi Moi de oro, o…!”
Es cierto que hay que defender la chuleta, ¡pero no a tal grado de supinismo!
Por eso digo que los nuevos líderes tendrán muy buenas intenciones, pero deben cuidarse de las zalamerías propias de un gremio que jamás aprendió a ser libre.
Puede que al paso del tiempo, de tanto escuchar lisonjas, empiecen a caer en el mismo comportamiento que combatieron con tanto ahínco.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “El individuo valeroso presenta signos vitales hasta que el pusilánime lo desea”. (El valiente vive hasta que el cobarde quiere).