Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de conocido centro comercial citadino, observando las largas colas y la extraordinaria cantidad de vehículos tan sólo para ver una película de superhéroes: Avengers Endgame.
Desde el 26 de abril, que fue el estreno, hasta apenas el pasado miércoles 1 de mayo, la gente abarrotaba las taquillas.
Mi Pegasita y yo intentamos dos veces conseguir boleto y no pudimos.
La locura colectiva por ver ese megachurro se reflejó en números: Durante el fin de semana de su estreno, en México la vieron más de 9 millones de espectadores y recaudó cerca de 12.5 millones de dólares.
A nivel mundial obtuvo nada más ni nada menos que 1,200 millones de dólares, rompiendo los récords de otras películas megataquilleras, como Star Wars, El Señor de los Anillos o Avatar.
Fuera de eso, la película sólo ofrece grandiosos efectos especiales con mucha pirotecnia y un argumento muy enredado.
Para empezar, el sacrificio de La Viuda Negra (Scarlett Johansson) para conseguir la Gema del Alma.
Las féminas se llevaron una sorpresa y una gran decepción por la aparición de un Thor (Chris Hemsworth) barbón y panzón.
El Capitán América (Chris Evans) se consolidó como La Nalga de América.
Hulk (Mark Ruffalo) ya no es la bestia malhumorada, sino que Bruce Banner ha conseguido fusionarse con él y crear una especie de Hulk intelectualoide.
La cinta no tiene la misma dinámica que las anteriores, porque en ocasiones hasta aburre.
El argumento de la física cuántica y la creación de la máquina del tiempo cae en un absurdo juego de palabras que hace difícil su comprensión.
Total, que al final de la historia los Avengers logran engañar a Thanos (Josh Brolin) y arrebatarle las Gemas del Infinito. Iron Man (Robert Downey Jr) muere después de tronar los dedos y restaurar el Universo.
Y tan tan, todos felices.
Pero no hay que analizar el contenido de la película. Los verdaderos héroes, aquí, fueron los que estuvieron detrás de la campaña de marketing más monstruosa que haya visto la industria cinematográfica mundial.
Desde un año antes, o poco más, la empresa Marvel nos bombardeó con su publicidad, creó una super-mega expectativa y generó un deseo en la gente de ver el epílogo de la saga, que mezcla dioses, héroes, super humanos, mitología nórdica y grecolatina, entre otros elementos.
Esas son las nuevas deidades, las que ahora adoramos.
La civilización actual ha creado un nuevo panteón (del griego pantheion, todos los dioses) para hacernos sentir menos miserables en nuestra vacía y sórdida existencia.
Va el refrán estilo Pegaso: «A la deidad implorando y con el mallete impactando». (A Dios rogando y con el mazo dando).