Por Pegaso
Entra el Profesor Jirafales al salón de clase, donde todo es un desorden. Kiko, Ñoño, El Chavo y la Chilindrina discuten acaloradamente, mientras que el paciente maestro se sienta en su escritorio y dice: «¡Silencio!¡Silenciooooo!»
Todos callan, a excepción de El Chavo, quien sigue hablando sin darse cuenta: «…y es que el maistro Longaniza es muy enojón».
Al escucharlo, el preceptor se levanta cuan largo es y exclama: «¡Ta, ta, ta, ta, ta, taaaaa!»
Una escena muy común en la serie cómica que nos hizo reir a chicos y grandes entre las décadas de los setenta, ochenta y noventa.
Ahora hay otras cosas que también nos hacen reir.
Vea usted: El fin de pasada se dio a conocer, mediante una página de transparencia, que el austero Presidente de la República tenía a su disposición una suculenta alacena que incluía jamón, longaniza, refrescos, polvo para gelatina y otros artículos, con precios superinflados.
Un kilo de jamón serrano, por ejemplo, costaba más de 3 mil pesos, un kilo de longaniza, 16,700 pesos, una caja de cerillos de 200 unidades, 1,296 pesos, y así, sucesivamente.
Luego de conocerse lo que se llamó «el longanizagate», todos los fifís se le fueron al cuello al Pejidente, porque era una muestra irrefutable de que su cacareada austeridad republicana sólo era un mito.
Y mientras los chairos callaron, desconcertados, inmediatamente el CISEN, Inteligencia Militar y otras agencias nacionales de inteligencia se pusieron a hacer su chamba para sacar del atolladero a su jefecito chulo.
En la conferencia matutina, ya más calmado y transpirando triunfo, López Obrador se sacó de la manga la siguiente explicación: «¡Nooooooo!¡No joy como loj demáj! Lo que paja ej que eja dejpenja era del jejjenio pajado y je quedó en el prejupuejto de ejte año. Pero ejo no je va a ejerjer».
Bueno, no se va a ejercer porque lo descubrieron, de lo contrario, ya estaría nuestro amado Pejidente disfrutando de los ricos fiambres de tres mil pesos y los costosos refrescos de trescientos devaluados morlucos.
El gobierno presente, austero y acartonado, ha demostrado en varias ocasiones que sólo cuando se evidencía alguna transa o chanchullo, responde diciendo que eso pertenece al pasado, que ya no pasa en el actual y que a partir de ese momento, se corrige la situación.
Pero si nadie lo descubre, si pertenece en la sombrita, entonces el tema sigue adelante.
Posiblemente dentro de algún tiempo algún avispado periodista fifí pida información al Instituto de Transparencia sobre la compra de vaquillas para los programas de apoyo a la ganadería y se dé cuenta que las están comprando a 28 mil pesos, en lugar de los 12 mil que realmente valen.
Y así continúa en todas partes, porque ya lo he dicho varias veces: El Peje tendrá espíritu de monje cartujo para vivir en la sana medianía presupuestal, pero el 99.9999% de sus colaboradores sí tienen las uñas largas y afiladas.
Tras la explicación que dio AMLO en su mañanera del miércoles, los fifís ya no insistieron en el «longanizagate», y nuevamente el resbaladizo peje se les escurrió de las manos.
Por eso aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: «Posee mayor valor un ave en la diestra que un centenar en pleno vuelo». (Más vale pájaro en mano que cientos volando).