Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, disfrutando de los ricos rayos del sol, después de varios días de la pinchi lloviznita y el frío que cala hasta los huesos. Y allá me puse a pensar nuevamente sobre el tema tan llevado y tan traido de la premiación de los Óscares.
Ya dije en una entrega anterior que la película Roma no me gustó.
Pero aparte de mis gustos personales, o de que haya sido una buena o mala producción, hay que dejar en claro varios puntos:
Los integrantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que son los que otorgan los Academy Award con la estatuilla dorada, son una mafia.
Sí. Una mafia.
Muchos artistas que no están dentro del sistema sufren las consecuencias por no ajustarse a los dictámenes de los grandes magnates de la industria cinematográfica.
La segunda cosa que debemos entender es que, como mafia, ellos dictan lo que se debe hacer o no se debe hacer dentro del mundo del celuloide.
La tercera es que mueven muchos miles de millones de dólares, y sus tentáculos llegan incluso a los gobiernos, dentro y fuera de los Estados Unidos.
La historia de Hollywood, al igual que la de Las Vegas, es truculenta. Desde sus inicios se puede rastrear la presencia de conocidos gángsters que hicieron fortuna con La Prohibición y después se convirtieron en respetados prohombres.
¿Qué relación tiene todo esto con Roma?
Pues que ya se empieza a descubrir el motivo de las mafias que están detrás de la Academia para otorgarle diez nominaciones al Oscar.
Un psicólog mexicano asegura que la Academia quiere de alguna manera mostrar una imagen de apertura hacia la diversidad racial, y qué mejor que hacer de una indita cara de huarache una rutilante estrella internacional.
Por otra parte, el arrobo que ha causado entre los mexicanos tal distinción para una película 100% en nuestro país constituye una magnífica «caja china» para distraer la atención de los más graves problemas que enfrenta el país, como el combate al huachicoleo, o la huelga en Matamoros, o el bloqueo de carreteras en Michoacán por parte de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que ya ha causado pérdidas millonarias a las empresas.
De esa manera, la mafia de Hollywood se convierte, sin querer queriendo, o quizás queriendo, en aliado de un Gobierno que pretende abarcar mucho y apretar poco.
Bien harían los estrategas en aprovechar la situación para dar verdaderos golpes de timón, como la aprehensión de Carlos Romero Deschamps, la limpia completa de las aduanas, la apertura de procesos penales contra los huachicoleros de cuello blanco y el desalojo-sea-como-sea de los revoltosos maestros de Michoacán.
Al fin y al cabo, nadie dirá ni pío si es que Roma gana alguno de esos Óscares.
Venga el refrán estilo Pegaso: «¡Procedes a aseártela!».(¡Te la bañas!)