Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de la estratósfera, pensando cómo los tiempos cambian, los hombres van y vienen, pasan unas generaciones y las sustituyen otras, pero a pesar de todo, las mañas son las mismas.
El horóscopo chino se divide en doce signos diferentes, como la rata, el buey o el tigre.
En el zodíaco occidental, el tiempo se divide en eras, como la Era de Acuario, la de Leo y la de Piscis.
En la política mexicana acabamos de salir de la Era del Mapache y entramos a la Era del Ganso.
La frase con la que empecé mi colaboración de hoy no es gratuita. Ayer vi un cartón en una editorial donde se ve a un ganso dentro de una urna electoral dándole una patada en el trasero a un mapache y diciendo: “Quítate tú, para ponerme yo”.
Las mismas mañas y las mismas transas esperar debemos, como decía Yoda, el maestro Jedi de la saga Star Wars (Año de estreno, 1977; Director, George Lucas. Reparto: Mark Hamill, como Luke Starwalker, Carrie Fischer como Leia Organa y Harrison Ford, como Han Solo).
Todo esto viene a colación por el pleito casado entre el Pejidente y los mandamases del INE.
Durante más de 18 años, ALMO había luchado contra los fraudes electorales.
Pienso que desde que militaba en el PRI, cuando su partido hacía chanchullo, cuando soltaba billetes para comprar votos y embarazar urnas, ya les hacía el fuchi a todas esas prácticas antidemocráticas. O Quizás sólo era una etapa de aprendizaje.
Tal cúmulo de resentimiento ahora lo puede descargar desde su privilegiada posición de Peje del Ejecutivo Federal.
El pleito da para mucho más y promete ponerse interesante. Como un choque de trenes. O como aquella famosa paradoja que dice: ¿Cuál es el resultado del choque de un objeto imparable contra otro inamovible?
Analicemos un poco la historia.
Casi desde el momento de su nacimiento, el servicio electoral mexicano fue tomado como instrumento por los políticos que manejaban el Sistema. Un sistema llamado PRI.
Llegaba el votante a la casilla y generalmente estaba un cuate al lado de la urna que le decía: “Tacha la banderita”.
Y cuando el PRI no ganaba, arrebataba. El sistema electoral, que se supone era un garante de elecciones limpias, se prostituía con los gobernantes. Y esto duró más de ochenta años.
Pero como en México todo es simulación, llegó Chente Fox a la Presidencia gracias a un chanchullo electoral, y después Calderón y luego Peña Nieto, gracias a las mismas tretas.
Y en todos esos procesos electorales, andaba rondando un carismático personaje que ya traía el gusanillo de llegar a la Grande, péjele a quien le peje.
Finalmente lo logró. ¿Y qué es lo primero que haizo? Descargar toda su ira y frustración de casi 20 años, eliminar a sus enemigos políticos y desmantelar la estructura electoral corrupta para extraer todos esos sentimientos largamente reprimidos.
Pero ¡oh! Decepción. Parece que la caricatura del ganso y el mapache es una premonición de lo que está por venir, porque ahora el Pejidente quiere meter las manos en los procesos electorales, pero no a favor de la democracia, sino de su partido.
Perder la mayoría en las cámaras significaría su muerte política. El 2021 será crucial porque entonces se podrá conocer si realmente mantiene la adhesión de los millones de mexicanos que votaron por él en el 2018 o si solo se debió a un sentimiento de hartazgo popular.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “Únicamente ocurrió cual combustión de estera”. (Sólo fue llamarada de petate).