Por Pegaso
Ahora que me doy cuenta, desde hace varios meses que los cereales y demás golosinas mexicanas ya no traen sus mascotas impresas en los empaques, puesto que la nueva Norma Oficial Mexicana lo prohíbe.
Esto es, para que los niños no se sientan atraídos por esos simpatiquísimos personajes que los hacen engordar al consumir más y más calorías huecas.
Y fíjense, mis dos o tres lectores, que los mexicanos ya les habíamos agarrado harto cariño al Osito Bimbo, a Melvin el elefante, al Tigre Toño, a Pancho Pantera, al Gansito Marinela, a Chester Cheetos y al tucán de Froot Loops.
Dentro de todo el revoltijo de imágenes que promocionan o promocionaban marcas de golosinas, destaca una, por ser para mi gusto, la más hermosa: La chica de los Fritos Encanto. (Ver el hipertexto).
Nunca supe cómo se llamaba el personaje, pero por el contenido de las bolsas de frituras, posiblemente haya sido Conchita.
Ya en estos momentos, en cualquier tienda de la esquina, departamental o de conveniencia, ninguno de los empaques de alimentos chatarra deben traer impresas las mascotas.
Eso creo que no aplica para la publicidad que se imprime en los vehículos, porque yo todavía hasta ayer vi al pinche Osito Bimbo comiéndose una dona en un lado de un camión repartidor.
Los avatares o mascotas de las golosinas han sido, a lo largo de las últimas décadas, uno de los factores más influyentes para que hoy en México tengamos un enorme porcentaje de niños-y adultos- obesos. Estamos, parece, en el segundo o tercer lugar a nivel mundial, que no es poco decir.
O a poco no. Llegaban los chamacos a la escuela y lo primero que pedían en la cooperativa eran su chesco, sus churritos y sus chupaletas.
Espero que también tomen medidas igual de drásticas para que, al retornar a clases presenciales en el 2050, ya no se permita la venta de esos productos que solo sirven para dos cosas: Engordar a los chavales y engordar la billetera de los empresarios.
Creo que hasta aquí queda muy clara la influencia de la publicidad por medio de las mascotas de los cereales y fritos.
¿Quién no recuerda, por ejemplo, cuando pasaban en horario estelar y a todo color, en la barra de programas infantiles, aquella caricatura de un niño flacucho que no jugaba muy bien al futbol, pero nada más tomó Choco Milk y se volvió un campeón, como Pancho pantera.
Por otro lado, algo similar pasaba con un chamaco al que le hacían bullying en la escuela, y al comer Zucaritas de Kellog´s, se convirtió en un tigre.
Ese lavado de coco constante por parte de las marcas más conocidas, son ahora las lonjas de millones de adultos.
O como decía Paco Stanley, “no son lonjas, es el callo de la andadera”.
Por eso, desde esta humilde tribuna aplaudo la decisión que tomaron la Secretaría de Economía y la Procuraduría Federal del Consumidor de prohibir que los avatares y mascotas se sigan imprimiendo en los paquetes de comida chatarra.
Hay mucha gente que no ha notado la ausencia de tales figuras, porque los paquetes conservan los colores y el diseño.
Pero los observadores sí que pueden ver con sus propios oclayos que ahora ya se ajustan a la nueva Norma Oficial.
Es como si alguien hubiera agarrado la escoba y hubiera corrido a todos esos personajes de los anaqueles.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía del mamón Gansito Marinela: “¡Mantén reminiscencias de mi persona!” (¡Recuérdame!)