Por Pegaso
Estoy encabronado.
Lo que no voy a permitir jamás en esta columna es que personajes ajenos a nuestro país vituperen, insulten, denigren u ofendan a nuestro Pejidente.
Escúchame bien, Putin, óyeme, Castro, atiéndeme Trump, entérate, Kim Jong-un: Los mexicanos no vamos a soportar tales insultos a nuestro gran Tlatoani.
Sí. ALMO es un megalómano, pero es nuestro megalómano. Votamos por él y los mexicanos debemos asumir las consecuencias.
Démosle todavía el beneficio de la duda y ampliemos el plazo a dos años más… no, menos, tres años más para que dé los resultados prometidos y si no, sometámoslo al juicio de la historia.
Ayer me sentí muy ofendido cuando, luego de mi vuelo vespertino, me enteré que el ex Presidente de Bolivia y actual Delegado Presidencial, Jorge Quiroga, se le fue a la yugular a nuestro Pejidente, a quien llamó matoncito, bellaco, defensor de narcos, cínico, sinvergüenza y otras lindezas por el estilo, derivado todo ello del fallido asilo político que México le otorgó por varias semanas al depuesto ex Presidente Evo Morales.
No acostumbro escribir el sábado, pero el tema lo amerita.
Subiré a las más altas tribunas internacionales, a la ONU y a la Corte Internacional de La Haya, un referéndum donde muestro mi inconformidad en contra de las falaces palabras de Quiroga y su camarilla.
Diré, por ejemplo, que la coca, aún sin Evo Morales, sigue siendo la industria principal de Bolivia y la mayor generadora de divisas para ese país, así que no pueden escupir para arriba.
Llevará el caso a Los Avengers, a la Liga de la Justicia y al Consejo Galáctico para que pongan en su lugar al peladito ese que se atrevió a difamar al representante de la más sacrosanta y respetable de nuestras instituciones, que es la República.
No es el mismo caso de “El Costeño”, que en un video que se volvió viral dijo que el Pejidente “es como el pito, se para a las 6:00 de la mañana a lo puro pendejo”.
La diferencia es que Jorge Quiroga incurrió en un insulto al Gobierno y al Pueblo de México, mientras que el Costeño, siendo parte del Pueblo de México, sólo está ejerciendo su libertad de expresión.
Dicho de otra manera, los mexicanos sí tenemos el derecho de decir lo que se nos dé la gana de nuestros gobernantes, pero los de afuera, no tienen ni voz ni voto.
A ver, qué tal si nosotros, de repente, insultamos a sus prohombres, a sus héroes nacionales, como en el caso de Bolivia, a Simón Bolívar, a Tupac Amaru y a Antonio José de Sucre, ¿qué van a pensar ellos de nosotros?
No se equivoquen. Recuerden lo que dijo Bomberito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Yo veo, en un futuro muy cercano, que las ofensas entre representantes de los dos Gobiernos, el de México y el de Bolivia, seguirán creciendo como una bola de nieve.
Es bueno que el Pejidente haya enviado por un tubo al mequetrefe ese que le abolló su inmaculada figura y no haya caído en dimes y diretes.
(Nota de la Redacción: Nuestro colaborador continúa externando su inconformidad por tres cuartillas y media más, por ese motivo tuvimos que cortarla en este punto).
Quédense mis dos o tres lectores con el refrán estilo Pegaso: “Me producen lo que el movimiento de las capas aéreas al Benemérito de las Américas”. (Me haces lo que el aire a Juárez).