Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el rumbo de la colonia Pedro J. Méndez, donde el Gobernador Cabeza de Vaca realizó un extenso recorrido de supervisión de obras para saber si las calles se están pavimentando bien o si hay por ahí algún vivillo que quiera hacer su agosto en octubre con trabajos chafas, como solían hacerse en administraciones anteriores.
Dentro del mensaje que dio ayer por la tarde, el gober dijo que se reunió con el Grupo de Coordinación para afinar las estrategias que se están implementando en el combate a la delincuencia organizada, y entre ellas destacó el inicio de un operativo mediante puntos de revisión, que no retenes, para identificar vehículos robados o sospechosos.
De esa manera, comentó, se cerrará una fuente más de financiamiento de los grupos delictivos.
Éstos, apuntó el titular del Ejecutivo Estatal, andan desesperados porque traen problemas económicos y la forma en que buscan obtener recursos es mediante el robo de automóviles.
Las revisiones que a partir de esta mañana se implamentaron en Reynosa no tienen por objeto confiscar vehículos o aplicar multas.
Que no se preocupen las gentes de bien que traen un carrito chocolate, o las que no han podido sacar las placas en la Oficina Fiscal, donde manda galleta don Raúl López López.
Quedó claro que se trata de localizar unidades con reporte de robo o sospechosas.
Lo malo de esto es que en las redes sociales hay cientos de personas que estarán pendientes de avisar a los malos dónde se ubicarán los puntos de revisión para que le saquen la vuelta, como ya ha pasado en operativos anteriores.
Creo que en éste caso el halconeo cibernético también debe sancionarse.
Pero bueno, el operativo dio inicio ayer, con la orden ejecutiva que partió de la mesa de Coordinación y a partir de hoy andarán en distintas vialidades.
Aquí habría que hacer un paréntesis para que las autoridades estatales y federales pongan un buen candado a las acciones de los elementos que estarán a cargo de tales acciones.
Porque, como ya todos sabemos, la carne es débil y las necesidades son muchas. Decía alguien por ahí: «No me den, pero pónganme donde hay», y habría que esperar que dentro de algunos días o semanas empiecen las quejas de los ciudadanos ante los abusos policiales o militares.
Con el pretexto de las revisiones, alguno de ellos pensará que le dieron vara alta para sacar sus «crismas», dada la cercanía del período navideño.
Tal elemento, al ver un vehículo sospechoso, lo detendría y procedería a hacer la revisión rutinaria:
-¡Híjole, joven! Parece que este carro es robado.
-Pe-pe-pero mi papá me lo acaba de comprar en el tianguis del auto…
-Déjeme ver si tiene reporte de robo…
-Mire, aquí están los documentos.
-No, pos sí es el número de serie, pero aquí le falta una coma. Se me hace que me lo llevo al corralón.
-¿Por una coma? Mire, tengo mucha prisa porque voy a llegar tarde al trabajo. No sea malo y deme chancecita de llegar al jale.
-Bueno, pero que conste que soy buena gente. Ahí nada más le encargo pa´l chesco, jovenazo.
Bueno. Eso pasaba antes.
Pienso que la Fiscalía Anticorrupción debe actuar no sólo contra los ladrones de cuello blanco, sino también contra las perras flacas, como son los elementos de tránsito, los policías y hasta los soldados que se pasan de lanza y afectan el bolsillo de los ciudadanos, de por sí tan aporreado. Claro está, si vuelven a aparecer las viejas mañas.
Yo recuerdo, allá, cuando era un Pegaso chaval, cómo un agente de tránsito al que le decían «El Pandita» se ponía en el crucero de la calle Herón Ramírez con boulevard Hidalgo.
Era su lugar preferido porque ahí, en la mera esquina, podía olfatear el rico sabor del pollo loco.
Pesera que pasaba, pesera que bautizaba con uno, dos, tres y hasta cinco pesitos.
Se pasaba casi todo el día dirigiendo el tráfico en ese lugar. En la hora de la comida, se iba a una sombrita y empezaba a degustar sus tacos de harina con frijolitos o con papita que le preparaba su mujer.
En tanto engullía su frugal alimento, su esposa se ponía la cachucha color caqui, tomaba el silbato y comenzaba a hacer las señalizaciones para direccionar el tránsito vehicular.
Y qué decir de los demás cumplidos agentes viales. Muchos tenían la costumbre de ponerse en una esquina, donde los tapaba algún árbol y cuando un distraido conductor se pasaba un alto se iban tras él como perros de presa hasta darle alcance, cinco cuadras adelante.
Y así, sobre todo en los meses previos a la Navidad, sacaban para sus «crismas».
Hoy los tiempos han cambiado. Los agentes de tránsito ya no se atreven a parar a nadie porque se exponen a que les saquen una pistolota o a que los agarren a cachetadas guajoloteras.
Por ese motivo el operativo de revisión que inicia hoy se ha confiado a la policía estatal con el apoyo de las fuerzas federales y el Ejército.
Donde un automovilista sospechoso se ponga picudo, inmediatamente le caerán como a Juan Charrasqueado, de a montón.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: «Abstente de ejecutar acciones positivas que impliquen connotaciones negativas». (No hagas cosas buenas que parezcan malas).