Por Pegaso
Recostado en mi mullido cumulonimbus me puse a meditar sobre los terribles efectos que han traido los primeros diez años de guerra intestina para la otrora pacífica población de nuestro país.
Antes podíamos caminar en las calles a las doce de la noche, a la una o a las tres de la mañana sin que alguien nos diera un levantón.
Teníamos una feria que estaba rete bonita, donde todo mundo se podía divertir como enano hasta el amanecer.
Luego llegaron los malos y todo se lo llevó el carajo.
Diez años cumplimos con este cáncer social.
Yo me pregunto en ocasiones qué ocurrirá si las condiciones actuales se prolongan por más tiempo, digamos, 50 años…, 100 años…, mil años…
El Principio de Selección Natural por Evolución de las Especies descubierto por Darwin asegura que los más fuertes sobrevivirán y los más débiles desaparecerán, o por lo menos, se mantendrán escondidos.
Y eso me llevó a recordar aquella novela de George Wells llamada «La Máquina del Tiempo», donde un científico se traslada miles de años al futuro, al 802,701, para descubrir que la Humanidad se ha dividido en dos especies: Los Eloi y los Morlocks.
Los Eloi viven construyen chozas en las paredes de enormes barrancos, similares a los nidos de las golondrinas. Viven precariamente, son blancos, esbeltos, de rasgos delicados y temperamento pasivo.
Pero bajo la tierra habitan unos seres bestiales, con rasgos burdos, ojos pequeños, con garras y dientes afilados, con gran fortaleza física y ferocidad: Los Morlocks.
Cada tarde, antes del oscurecer, los Eloi deben refugiarse en sus casas, ya que de improviso, surgiendo de la tierra, los Morlocks atacan y se llevan al desafortunado Eloi que ande fuera, para después descuartizarlo y comerlo crudo.
Pero fíjense, mis dos o tres lectores, que no es necesario remontarnos a tantos años en el futuro para reconoer a los morlocks actuales.
Usted los ve en cada OXXO comiendo sopa Maruchan, con un radio en la mano, gorra con brillantitos y cara de perro chato.
Otro tipo de morlocks son aquellos que se desplazan a gran velocidad en sus autos y camionetas, solos o en grupo, armados hasta los dientes. Estos se reconocen por manejar vehículos de lujo, como Escalade, BMW o Mercedes. También traen colgando gran cantidad de cadenas de oro con imágenes de la Santa Muerte. ¡Ahhh, y todos andan tatuados hasta de la lengua!
Los morlocks no tienen compasión. Aquel pobre Eloi que caiga en sus manos puede darse por muerto o desaparecido.
Es imposible razonar con ellos, porque han perdido la mayor parte de sus capacidades intelectuales.
Son extremadamente fuertes y violentos. Cualquier movimiento, cualquier cosa que ocurra a su alrededor, es suficiente para despertar su ira y desatar su poder de destrucción.
Usted, como Eloi, si ve a lo lejos un Morlock, sáquele la vuelta. No intente negociar. Recuerde que ya forman parte de una especie diferente y han perdido la mayor parte de su Humanidad.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: «Y tu persona, ¿a cuál clasificación corresponde?» (Y tú, ¿de qué lado estás?).