Por Pegaso
Ora sí, Trompas, levanta tu muro. Es más, hasta te ayudamos. Todo con tal de que no se nos vengan para acá todos los orates que se han agarrado a disparar en los centros comerciales contra todo lo que se mueva.
Desde mi cumulonimbus favorito veía cómo la agilidad mental y la chispa del mexicano se desplegaba en las redes sociales a consecuencia del fenómeno que está ocurriendo en territorio norteamericano gracias al mensaje de odio del mandatario gringo.
La situación está desbordada. Estados Unidos vive un ambiente muy similar al que retrata la película «12 Horas para morir», producción holiwoodesca donde, por decreto presidencial, durante una noche al año todo es permitido, incluso los homicidios, las violaciones, los desmembramientos y las masacres.
Por primera vez en los casi cinco años que tiene de vida esta columna toco el tema por tercera vez consecutiva, pero es justificable.
Hay que ver hasta dónde la comunidad internacional intercederá para frenar esta ola de xenofobia que invade al vecino país del norte y callarle de una vez por todas la boca al nefasto gobernante hijo de Hitler.
Algo que sí debe quedarnos muy en claro es que el tema tiene orígenes multifactoriales.
En Estados Unidos a cada rato ocurren masacres en escuelas, centros comerciales y plazas. Eso no es nada nuevo. Pero ahora parece ser que se lo han tomado como un reto viral, a ver quién mata más mexicanos o latinos.
Analizando las circunstancias en las que ocurrieron los últimos hechos, donde al menos cinco perturbados sujetos, siguiendo la misma mecánica se divirtieron como enanos jalando el gatillo en contra de mexicanos y latinos, vemos que los factores que parece que están favoreciendo este tipo de comportamiento son:
1.- Los videojuegos violentos. Tantas horas al día frente a una pantalla con luces fluorescentes, gráficos realistas, estallamiento de vísceras, desmembramientos y cabezas arrancadas, necesariamente tienen que influir en la pobre psique de los jóvenes y adolescentes patinetos, que no tienen otra cosa que hacer.
2.- Las drogas: En Estados Unidos, a la vuelta de cualquier esquina, hay venta de droga. Cada quien tiene su «dealer» (vendedor) de confianza, incluyendo chavitos y chavitas de diez años. Allá todo mundo se mete coca hasta por las orejas, o se fuma su churro de mariguana, lo que se considera de lo más normal.
3.- La facilidad para conseguir armas: Si en McAllen, que es una comunidad pequeña hay más de 10 negocios que venden armas, ¡imagínense en Houston, Nueva York o Los Ángeles! El negocio de las armas en gringolandia es uno de los más pujantes. Organismos como la Riffle Association son de los más poderosos y tienen representantes en el Gobierno y en el Congreso, los cuales no están dispuestos ni siquiera que se toque el tema. Por ese motivo ni El Trompas ni El Peje han dicho una palabra acerca de un posible desarme de la población gringa.
4.- El discurso de odio. Las palabras de El Trompas contra los migrantes que vienen del sur se han endurecido en los últimos meses, conforme se acercan las elecciones y su posible reelección. No dice nada contra los güeritos de ojo azul que llegan todos los días, tal vez en mayor número, de Francia, Inglaterra, Italia o Irlanda, pero sí se nota el odio que les tiene a los chaparros, panzones, feos y mal hablados latinos.
Con todas esas cosas en la cabeza y con un arsenal de armas a su alcance, sólo basta que alguien los anime a cometer todo tipo de barbaridades, como las que ya hemos visto.
Y es ahí donde entra en juego el discurso xenofóbico de un individuo como El Trompas, que ejerce una gran influencia en la población blanca supremacista.
Y el refrán estilo Pegaso dice así: «Órgano bucal que posee un trío de bordes afilados». (Lengua de triple filo).