Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerquita de la plaza principal Miguel Hidalgo, donde se llevaba a cabo un evento para recordar la vida y obra del general Pedro J. Méndez.
Y ahí me puse, como las lagartijas, a tomar el solecito buscando un poco de calor para mitigar el frío invernal que no quiere dejarnos descansar.
El cuerpo humano, para quienes no lo sepan, tiene reservas grasas que le permiten soportar los malas condiciones del clima. Unas se acumulan alrededor de la cintura, lo que se conoce popularmente como «callo de la andadera» (Paco Stanley dixit), otras en los muslos y brazos y otras más en las sentaderas, en las pompas, glúteos, nalgas o como quiera llamárseles.
Esas ebúrneas partes de la anatomía humana tienen una definición docta, que es la siguiente: «Nalga es cada una de las partes carnosas y redondeadas situadas en la parte más baja de la espalda de algunos animales, notablemente algunos simios y humanos. Está formada principalmente por un conjunto de grasa y músculos, denominados músculos glúteos que se forman del glúteo mayor, glúteo medio y glúteo menor y el tensor de la fascia lata, etc., etc.»
Yo, cuando era un Pegaso chaval estaba totalmente desnalgado. Me decían el mejoral, porque sólo se me notaba una raya. (Nota de la Redacción: Hasta la fecha, güey).
Los glúteos han sido inspiración para algunos ilustres vates, como el conocido poeta riobravense Jesús Polanco que se aventó una oda a la nalga: «Amigos míos,/ ustedes han de saber/ el sublime encanto de la nalga./», y continuaba diciendo que por las nalgas de Helena cayó Troya, y muchos ejemplos más de cómo esa parte del cuerpo ha influido en la Historia de la Humanidad.
¿Y por qué la fijación del Hombre por la nalga?-pregúntome yo.
Es algo que viene de la prehistoria. La mujer que tenía glúteos y senos más grandes y firmes, era considerada como la más sana y la más apta para tener descendencia. Por eso siempre vemos a un cavernícola siguiendo con su garrote a una suculenta fémina, plena de generosas protuberancias.
En contraparte, las mujeres buscaban al individuo más fuerte y viril, para que garantizara la protección y el suministro de alimentos para ella y sus vástagos.
Eso me recuerda que hasta la fecha muchos prefieren aún buscar pareja entre los nalgones que entre los desnalgados.
Es como dice aquella pegajosa canción, tocada a ritmo de cumbia: «Pelado, peludo, pero bien pompudo; pelado, peludo, pero bien pompudooooo».
Por cierto, si usted quiere hacerle una broma a algún amigo, cuéntele el siguiente chiste: «Mira, fulano, te voy a contar un chiste que va a hacer que se te caigan las nalgas de la risa…»
- Luego voltee hacia su parte trasera y diga, soltando una estrepitosa carcajada: «¡Uuuuuh! Veo que ya te lo contaron, ¡juar, juar, juar, juar!…»
- Va el refrán estilo Pegaso: «¿Es posible que nos hubiésemos percibido con anterioridad en diferente situación geográfica?» (¿N’algotra parte nos hemos visto?)
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