Por Pegaso
En la antigua Grecia, cuando alguien cometía un delito grave, se le condenaba al ostracismo.
La Academia Española de la Lengua define ostracismo como un destierro político.
Otras fuentes indican que se trataba del destierro al cual se condenaba a los ciudadanos que se consideraban malos o muy malos para la soberanía popular.
La palabra ostrakon, de donde deriva ostracismo, significa cáscara de huevo, caparazón de tortuga o de molusco. En aquellos tiempos, luego de que se reunían en asamblea, los ciudadanos votaban para desterrar a las personas indeseables y se escribía su nombre en una especie de concha elaborada con barro.
Ostracismo, pues, se llega a tomar como un sinónimo de desterrar, de alejar a alguien para que no represente un peligro para la sociedad.
En Gracia se hizo y en México también.
En 1905 fue inaugurada una prisión de alta seguridad en el archipiélago de Las Islas Marías, a 112 kilómetros de la costa de Nayarit, rodeada de tiburones, de donde muy pocos reos se pudieron escapar.
Ahí iban a parar los presos políticos, asesinos, ladrones y otros delincuentes considerados de “alta peligrosidad”.
En 2019, sin embargo, el Pejidente ALMO decretó el cierre de ese centro penitenciario para utilizarlo como un centro artístico, deportivo y medioambiental.
Estados Unidos también practica el ostracismo al enviar a sus más célebres criminales a la cárcel de Alcatraz, y así, todas las naciones del mundo tienen lugares especiales para apartar de la sociedad a quienes le hacen daño.
La noticia de que se daría un indulto presidencial a miles de reclusos que actualmente purgan condena en algunas cárceles del país, me tomó por sorpresa.
Siempre he pensado que nosotros, como ciudadanos, no tenemos por qué estar manteniendo a tanta lacra, a quienes se les dan tres comidas al día, aunque sea pura bazofia, mientras que en las escuelas, millones de estudiantes van con la barriga de farol.
Hace unos años, todavía en el sexenio de Enrique Peña Nieto, un médico amigo proponía un indulto presidencial a todas aquellas madres que purgaban alguna pena por haber cometido delitos de tipo famélico, es decir, por robar alimento para sus hijos.
También los reclusos que durante muchos años han estado tras las rejas sin que hayan tenido el dinero suficiente para contratar un abogado, o a los que se les ha retenido injustamente.
Todo eso me parece muy bien. Sería como darles una segunda oportunidad, porque si cometieron tal delito, fue porque estuvieron obligados a hacerlo a causa de la pobreza extrema en que viven millones de mexicanos.
Pero, ¿liberar a narcotraficantes, a asesinos confesos, a ladrones profesionales? Ahí sí me parece que andamos mal.
El indulto pejidencial incluye a muchos reos que están presos por delitos del fuero federal, o sea, por narcotráfico, por posesión de armas de fuego, robo de hidrocarburos, tráfico de personas y otros.
Dar salida a todo tipo de delincuentes no es buena idea. Tal vez el Gobierno Federal está pensando en el gran ahorro que tendremos al dejar de alimentarlos, pero el daño a la sociedad puede ser mayor.
Recordemos aquel viejo y conocido refrán que dice: “Perro que come huevo, no se endereza jamás”… no, perdón: “Árbol que nace torcido, aunque le quemen el hocico”… bueno, la idea es esa, como dice el Chapulín Colorado.
Lo cierto es que, tras liberar a miles de reos que recibieron instrucción delictiva a la más alta escuela (muchas veces se dice que las prisiones son universidades del crimen), las comunidades serán más inseguras. Empezando por que dichas personas, lo primero que van a hacer, es sumarse a alguna banda del crimen organizado.
No quiero ser mal pensado, pero eso es lo que puede pasar. Luego no me vengan a decir que no se los dije.
¿Qué cuál es mi recomendación? Mándelos a todos al ostracismo. Que se queden en las Islas Marías o en cualquier otro sitio alejado de la sociedad, sin invertir un solo peso en comida, medicamentos o ropa. Que se las ingenien ellos mismos para buscar sus alimentos. Eso sería lo mejor para todos, ¿no creen?
Y aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Primate añoso está imposibilitado para adquirir conocimiento en torno a cabriola novedosa”. (Chango viejo no aprende maroma nueva).