Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por la estratósfera, donde tuve un encuentro cercano del tercer tipo con un OVNI que pasó hecho madre, sin respetar el alto del semáforo y a exceso de velocidad.
El chofer, en lugar de detenerse a disculparse amablemente tocó cinco veces el claxon de su vehículo, de esta manera: «¡Ta, ta, ta ta, taaaaa!» y siguió raudo su camino con rumbo desconocido.
Tendré que reportar el incidente a quien es la autoridad en la materia: Jaime Maussán.
A propósito, Jaime Maussán inició su carrera como un periodista serio, sin embargo, al sentir que su trabajo trascendía el ámbito planetario, llegó a la conclusión de que debía demostrar que vida inteligente de otros planetas estaban entre nosotros hoy y en épocas pasadas para advertirnos, por ejemplo, del cambio climático, de la sobrepoblación y de la erupción del volcán Popocatépetl.
Periodista multipremiado, es sin embargo, desde 1986 cuando se le botó la canica y se casó definitivamente con el fenómeno OVNI.
Pero no crean mis dos o tres lectores que lo hace por convicción. No. Lo hace porque descubrió un rico filón de oro que hasta el momento lo mantiene con estupendas ganancias, no solamente por sus presentaciones en «conferencias», sino por la venta de sus «investigaciones» a diversas empresas televisivas del país y el extranjero.
Decir que hay vida alienígena que nos visita ha sido siempre algo aventurado, sobre todo, si no se cuenta con pruebas irrefutables. Los videos y fotografías que inevitablemente son muy borrosas, tienen tantas explicaciones como se quieran tener. Hay gente que toma botones o perinolas que colocan sobre una mesa de vidrio y toman la fotografía desde abajo para simular que se trata de un objeto brillante y en rotación tomado desde el suelo, a gran distancia.
«Mira, hasta se ve gente adentro»,-dice Maussán cuando muestra sus «evidencias».
¿Saben la magnitud de las distancias que hay entre los astros? Tan sólo para llegar a la Luna, el Hombre tiene que hacer naves que llevan en su depósito toneladas de combustible.
Para llegar al planeta más próximo, Venus, sería necesario tener una nave del tamaño de diez canchas de futbol, con el 80% de su carga de combustible.
Supongamos que otras civilizaciones han logrado descubrir combustibles más eficientes. De todas maneras, para venir de la estrella más cercana, Próxima Centauri, ubicada a 4 años luz de distancia, está el tema del tiempo; no bastarían una, ni dos, ni tres, sino cientos de vidas para llegar hasta acá.
¿Que los agujeros de gusano? Esa es una interpretación libre de fórmulas matemáticas que inventan los científicos para que las observaciones correspondan con la realidad.
Entonces, el viaje interestelar, aún para civilizaciones más avanzadas, que las debe existir, sería sumamente difícil.
Dudo mucho que ET ya esté entre nosotros y menos que nos estén advirtiendo o ayudando para conservar al planeta.
Más bien comparto la visión del fallecido Stephen Hawking que decía que si una civilización más avanzada llegara, nos pasaría lo mismo que cuando los españoles llegaron a América: Barrieron con los nativos.
Jaime Maussán ha hecho de los OVNIS su pingüe negocio particular. Pienso que si en realidad llegaran los aliens, éstos lo buscarían para cobrarle regalías por tantos y tantos años de estar lucrando a sus costillas.
Y aquí los dejo con el refrán estilo Pegaso: «Seres procedentes del planeta Marte arribaron en este momento, y lo hicieron danzando un ritmo caribeño». (Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando ricachá).