Por Pegaso
“Los marcianos llegaron ya/ y llegaron bailando ricachá./
Ricachá, ricachá, ricachá/ así llaman en Marte al Cha-cha-chá./
Sí. No hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumplan.
Finalmente el Gobierno de los Estados Unidos anunció que iba a desclasificar todos los expedientes que tiene sobre el fenómeno OVNI, incluyendo el caso Roswell y el Área 54.
Esta noticia tiene contento, eufórico, satisfecho, complacido, encantado, alegre, gozoso, venturoso, afortunado, fausto, campante y ufano al bueno para nada de Jaime Maussán.
Finalmente va a saber con certeza si todo lo que ha hecho en su vida tiene sentido o simplemente fue un espejismo por el cual se dejó llevar.
Ahora que si lo vemos desde el punto de vista económico, “especializarse” en el “estudio” de los OVNIS tiene sus ventajas, ya que hay millones, miríadas, legiones enteras de crédulos en México y en el mundo que consumen sus mafufadas.
Si no, díganme cuántas personas van a ver sus “shows”, que presenta como conferencias magistrales sobre un tema que ni siquiera merece discusión por parte de la ciencia seria.
Como Jaime Maussán, muchos alrededor del mundo han hecho un negocio redondo y viven como príncipes a costillas de los aliens. Hasta un canal de televisión basa su contenido en este tipo de temas, como Alienígenas Ancestrales (Ancient Aliens, por su nombre en inglés).
Por ese programa se hizo famoso el greñudo de Giorgio A. Tsoukalos, quien, junto con otros charlatanes, como Erich von Daniken y David Childress, pretenden que nos traguemos la idea que diferentes razas de otros planetas han venido a la tierra para educar a la Humanidad y guiarla a lo largo de la Historia.
Todas esas supercherías forman parte de una seudociencia llamada “Ufología”.
Una ciencia que se basa en fotografías borrosas y datos ambiguos, de ninguna manera puede llamarse seria.
Pero como al infeliciaje le gusta todo eso y consume grandes cantidades de “misterio” porque eso los hace sentirse especiales, convierten a estos granujas en verdaderos rock stars, cuyas billeteras engordan en proporción directa con el número de seguidores que consiguen.
Decía yo que existe la intención del Gobierno norteamericano de desclasificar los expedientes OVNI, aunque, leyendo mejor, se trata solo de un informe que presentará un grupo de trabajo sobre Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP, por sus siglas en inglés).
El grupo forma parte del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y utilizan las siglas UAP para evitar el uso de las siglas OVNI y no alimentar así la imaginación de los fanáticos del tema.
Tanto los teóricos de la Conspiración como de los Antiguos Astronautas, pueden irse esperando otras dos o tres décadas, porque hasta donde se sabe de ese documento, no existen prueban irrefutables de que los UAP sean naves extraterrestres con hombrecillos verdes o grises, reptilianos, xenomorfos, insectoides o cefalopoides.
Tampoco se puede estar seguro de que razas de otros planetas, como la Ashtar, la Dropa, los jovianos, los marcianos, los playadianos, los selenitas, los venusianos, los que vienen de la estrella Vega o de la constelación de Orión, estén entre nosotros, tomando el aspecto de presidentes de los países más poderosos, de cantantes archifamosos o de deportistas de élite, como dicen los conspiranoicos.
Si alguien conoce a Jaime Maussán o es su cuate, hágale llegar esta columna para que se dé cuenta de una vez por todas que está viviendo en una fábula, que deje de engañar a los bobos y que se ponga a chambear de verdad en la reporteada. Así es como se ganará el título de periodista, del que presume cada que presenta su infame programa de televisión.
Va el refrán estilo Pegaso, cortesía del finado Pedro Ferriz: “Una civilización mantiene monitoreo sobre nosotros”. (Un mundo nos vigila).