Por Pegaso
Desde acá, en mi búnker, analizaba yo las mil y una formas en que la pandemia del COVID-19 nos ha cambiado la vida. En la manera de saludarnos, en la forma de cuidarnos, de hacer nuestras compras y hasta en las relaciones conyubales.
Lo más probable es que también cambien las formas de hacer campaña, ahora que inicie el siguiente proceso electoral.
Ya tengo por ahí dos eslogans chidos para los aspirantes que me paguen por ellos una lanita.
El primero es: «Vamos juntos, codo con codo», y el segundo: «Venga ese codo amigo».
Estoy seguro que con esas frases de campaña, el triunfo está asegurado.
Pero vamos al tema que hoy nos ocupa. Veía un video en las redes sociales donde la famosa doctora de origen argentino Chinda Concepción Brandolino encuera prácticamente toda la conspiración mundial que se generó alrededor del coronavirus.
Al igual que con el conferencista británico David Icke, en la Internet y en las redes sociales se les trata de desvirtuar asegurando que forman parte de grupos conspiranoicos, que están más locos que una cabra y que se van a ir derechito al infierno por andar diciendo mentirillas.
Dicen de doña Chinda que es una médica homeópata, antivacunas, que recomienda prácticas pseudocientíficas, como la santa medicina germánica y otras chuladas.
Cree que usar condón y otros métodos anticonceptivos o que los matrimonios entre personas del mismo género son un invento de la élite mundial encabezada por los Rockefeller, los Rothschild, los Bush, los Soros y los Gates para disminuir la población mundial y quedarse con la mayor cantidad posible de recursos.
Por otra parte, David Icke, conocido últimamente por un video de la entrevista que le hizo un conocido programa de televisión en la cual desmiente categóricamente la realidad del coronavirus, es atacando por decir que una raza extraterrestre de reptilianos viven entre nosotros.
Icke asegura que el COVID-19 no existe, sino que lo que hacen los gobiernos es contabilizar a los viejitos y enfermos de otros padecimientos, tuberculosis, cáncer de pulmón, diabetes y otros, como defunciones causadas por el coronavirus.
¿A quién le creemos?
A mí se me hizo sospechoso desde un primer momento la manera tan fácil que China logró controlar el brote en su territorio.
Luego el virus se dispersó por el mundo, logrando causar el pánico entre toda la población, misma que actualmente está secuestrada en sus domicilios, en lo que se ha llamado La Gran Reclusión.
Y por ejemplo, en Rusia hay apenas unos cuantos miles de casos, cuando por la cantidad de habitantes y por el hecho de que no se han tomado medidas drásticas, la cantidad debe ser mucho mayor.
Se hicieron virales videos donde se ven montones de muertos por COVID en una morgue de Nueva York.
Eso nos puso los pelos de punta, pero por otra parte, los principales medios mundiales de comunicación dieron a conocer cómo la fauna silvestre anda en las calles desiertas de las grandes ciudades y la manera en que La Tierra se está regenerando sin turistas en las playas o en los canales de Venecia.
Simultáneamente, se habla del Fin del Mundo, trompetas en el cielo y todas esas cosas místicas que mucha gente se ha creído.
¿No les parece a mis dos o tres lectores que hay una mano negra detrás de todo esto?¿No piensan que hay una o varias ratotas tratando de imponer un nuevo orden mundial?
Teorías como el Darwinismo Social, que postula la superviviencia de los más fuertes y ricos, y la Eugenesia Demográfica expuesta por Malthus parecen ser las reglas con las que está operando un siniestro grupo de poder económico mundial encabezado por los millonetas genocidas nombrados ad supra.
George Soros, alguien que poco se menciona, pero que aparece en cada teoría de conspiración como la mano que mece la cuna, es el Palpatine de la vida real.
Nacido en Hungría, de ascendencia judía, pero naturalizado en Estados Unidos, es uno de los sujetos más ricos del mundo, pero también de los más poderosos… sino el más poderoso del planeta.
Para David Icke y Chinda Brondolino no hay duda: Ellos son los culpables de propagar el coronavirus por el mundo y de la muerte de miles de personas.
Si alguien conoce a George Soros o lo tiene como contacto, dígale que vaya mucho a chiflar a su máuser.
Va el refrán estilo Pegaso: «Individuo que a elemento químico de número atómico 26 comete homicidio, a elemento químico de número atómico 26 fallece». (El que a hierro mata, a hierro muere).