Por Pegaso
¡Andenle! Sigan con sus cumbias y memes.
Los mexicanos, valemadristas como somos, veíamos muy lejana la posibilidad de que el coronavirus llegara a nuestras puertas, y por ese motivo nos burlamos con ridículas canciones, hicimos bromas de cerveza y le teníamos lástima a los pinches chinos ojos de rendija.
Pero el COVID-19 es una amenaza real. Tanto así que la OMS decretó la pandemia y todos los países del mundo empezaron a tomar medidas más drásticas. Todos… menos México.
Dejemos por el momento a un lado la sospecha-casi certeza- de que este virus mutante fue creado para darle una rasuradita a la Humanidad, como recomendaba Malthus hace doscientos años y como recomiendan hoy 11 mil científicos de todo el mundo.
En realidad la palabra pandemia no debe asustarnos tanto. Actualmente tenemos varias pandemias, como la del VIH, la influenza, el dengue, el herpes y las parasitosis, que causan millares de muertes cada año.
Siendo el COVID-19 algo novedoso, es la razón por la que causa temor. Instituciones tan prestigiosas como el Instituto Tecnológico de Monterrey anunció que suspenderá clases de manera indefinida a partir del próximo 17 de marzo.
No tardarán el resto de las escuelas en unirse, luego se cancelarán los eventos masivos, las idas al cine o a las pachangas.
Sólo cuando ve que la cosa es seria, el mexicano deja de burlarse de la situación.
Entonces sí, como todo macho calado, se preocupa y se desespera, pero para entonces, ya es demasiado tarde.
La recomendación para un Gobierno como el nuestro, que ha demostrado ser lerdo ante las crisis, es que actúe de inmediato.
Cierre las fronteras. Destine un mayor presupuesto al sector salud. Quítele toda la lana que había asignado para apoyar al béisbol. Invierta en medicamentos y en la habilitación de hospitales, porque de que se van a necesitar, se van a necesitar.
Ahora, volvamos a la teoría conspiranoica de la rasurada.
Como ya se ha dicho en este mismo espacio, el filósofo y demógrafo Robert Malthus decía que la población mundial crece geométricamente, mientras que la producción de alimentos crece de manera aritmética.
Eso quiere decir que cada vez hay más seres humanos y menos alimentos y cada determinado tiempo hay que darle una sacudida al árbol.
Pero también está el impacto ambiental, y el cambio climático es una realidad.
Hay quienes ven en todo lo que está pasando -terremotos, tsunamis, incendios forestales, huracanes cada vez más intensos y enfermedades-, el anuncio del fin del mundo.
Veamos. En el Apocalipsis de San Juan habla de un dragón, que es una criatura mítica asociada con China, y de la Ciudad de las Siete Colinas, que es Roma.
El coronavirus se inició en China y está pegándole más a Italia, el país de los romanos.
No lo sé. Quién sabe. Tal vez, como decía Capulina. Quizá los poderosos grupos económicos que gobiernan al mundo están haciendo caso a las recomendaciones de Malthus y están dándole esa rasuradita al mundo con plagas como el COVID-19 y las que vengan, aprovechando para su propósito las profecías bíblicas, las de Nostradamus, las de Mahoni Vidente, las de Walter Mercado, de los Simpsons y del Brujo Mayor.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “En la parte superior del occiso, las guirnaldas”. (Sobre el muerto, las coronas).