Por Pegaso
La Sección 36 está en un proceso de renovación de sus cuadros directivos.
Los trabajadores afiliados a ese sindicato tienen dos opciones: O sacudirse el pesado cacicazgo que desde siempre han tenido o seguir soportando ese lastre.
Yo les tengo aversión a los petroleros por agachones y a los líderes por abusivos.
Durante muchos años esa complicidad les rindió muy buenos frutos: A los sindicalizados les daban casas casi regaladas, préstamos para vehículos de los cuales les pagaban renta y también les salía gratis, aguinaldos fabulosos, vacaciones pagadas, seguridad médica de primera. Todo eso, gracias a la intervención de sus líderes y al pasmoso poder que pudo lograr el sindicato, a tal grado que se ponían al tú por tú con presidentes de la República.
En aquellos años, cuando Joaquín Hernández Galicia y su achichincle Salvador Barragán Camacho eran amos de horca y cuchillo, le lanzaron una advertencia al entonces candidato del PRI a la Presidencia, Carlos Salinas de Gortari: “Si caemos nosotros, cae también usted”.
Y ¡pácatelas! A los pocos días cayeron La Quina y sus esbirros, y ahí terminó lo que podríamos llamar como la “Edad Dorada” del STPRM.
Aquí, en Reynosa, un imberbe Pegaso acababa de salir del CBTIS 7. Fue nuestro padrino de generación el Secretario General de la Sección 36, Ernesto Cerda Ramírez, “El Gato”.
“Ustedes son mis ahijados y siempre estaré en el sindicato para servirles. Pueden ir cuando gusten”,-decía el marrano aquel.
Y ahí me tienen. Durante dos días fui a hacer una kilométrica fila frente a la casa de “El Gato” y después que llegué me recibió: “¿Traes tu cédula”-me preguntó.
Yo le dije que no, que quería solicitar trabajo porque él fue nuestro padrino de generación y nos dijo que podíamos ir a verlo.
El tipejo se rio con un rictus burlón que todavía recuerdo, y después dijo: “¿Ves a todos estos que están aquí? Son petroleros o hijos de petroleros y tienen más derecho que tú al trabajo. ¡El que sigueeee!”
Ahí fue donde aprendí mi primera lección de política y mi odio a todo lo que huela al sindicato petrolero.
Porque, ¿a poco no? El petróleo es de todos y a todos nos deben llegar por igual los beneficios.
Pero en la práctica no es así, porque a los trabajadores de PEMEX se les dio o se les sigue dando todo, mientras que el resto de los obreros y empleados tenemos que conformarnos con un miserable salario.
Por eso los sindicalizados adoran o adoraban como dioses a sus líderes, pero creo que en los últimos años han ido perdiendo cada vez más canonjías, así que la inconformidad al interior del STPRM ha ido creciendo.
Llegará el momento, si no es que ya llegó, que el número de los inconformes supere al de los agachones.
Recuerdo que durante las asambleas generales, amañadas por supuesto, llegaba el candidato impuesto por el líder nacional y todos los que estaban dentro del recinto, al son de los tambores y trompetas, acallaban toda voz disidente, si es que la había, porque ni siquiera se les permitía ingresar.
Luego de hacer toda la pantomima, el Presidente de la Asamblea pedía que votaran por la planilla oficial, que generalmente era la “Blanca de la Unidad”, y entonces, todo mundo alzaba la mano, para que el escrutador procediera a contar.
Luego se solicitaba el voto por la otra u otras planillas, y como no había nadie, el triunfo se decretaba por unanimidad.
Y no había forma de reclamar, porque los mismos trabajadores hacían las veces de porros, defendiendo la chuleta.
Hoy, se supone, las cosas son diferentes. Este sábado y domingo se registraron las planillas que van a contender de manera libre y democrática.
Por primera vez en su vida, los supinos trabajadores petroleros adscritos a la Sección 36 tendrán la libertad de elegir a sus dirigentes.
Como no están acostumbrados a tomar ese tipo de decisiones, lo más probable es que se muestren desconcertados, patidifusos y anonadados, pero al final de cuentas, deben emitir su sufragio.
Yo espero que le den una patada en el rabo a los Balderas y Youngs, que se han enriquecido escandalosamente durante los últimos años.
Si no lo hacen así, entonces confirmaría una tesis doctoral que tengo escrita desde hace mucho tiempo: Que los petroleros son masoquistas y les gusta ser pisoteados por sus líderes (Nota de la Redacción: Claro, mientras les sigan llegando su jugosa catorcena y sus prestaciones).
Viene el refrán estilo Pegaso: “Individuo que por su propia decisión se torna en cuadrúpedo bovino añoso, inclusive el cayado succiona”. (El que por su gusto es buey hasta la coyunda lame).