Por Pegaso
AÑO DEL SESENTA Y NUEVE, EL MES DE OCTUBRE CORRÍA,
EN REYNOSA, TAMAULIPAS, AL DESPUNTAR NUEVO DÍA
HIRIERON A CHITO CANO, NO SE SABE QUIÉN SERÍA.
¡Ahhhh! ¡Qué tiempos aquellos! En ese entonces los contrabandistas sólo se dedicaban a ser contrabandistas, los narcotraficantes a ser narcotraficantes y los pistoleros a ser pistoleros.
QUÉ BONITOS SON LOS HOMBRES, NO SE LES PUEDE NEGAR.
AÚN DESPUÉS DE CAIDO, TUVO LA FUERZA DE HABLAR:
NO CORRAN, NO SEAN COBARDES, ACÁBENME DE MATAR.
Había honor, no le corrían a los soldados y solamente por la espalda se les podía matar.
CON UN BALAZO EN LA ESPALDA, ÉL TODAVÍA SE REÍA:
NO LOS CREÍA TAN COBARDES, HAMPONE O POLICÍAS,
ME PEGARON POR LA ESPALDA, DE FRENTE NO SE PODÍA.
Ya desde entonces no se podía distinguir a los policías o a los soldados de los mañosos. La ciudadanía siempre ha tenido que cuidarse de todos ellos. La diferencia ahora es que ya no tienen respeto ni siquiera para sus propias mamacitas, y pueden caer niños, mujeres o ancianos inocentes por igual. Solo basta con que nuestra mala suerte nos lleve hasta donde se están balaceando.
SE PRESENTÓ CHON GARCÍA A HABLAR CON LA JUDICIAL:
PARA QUE MATEN A CHITO TRABAJO LES HA DE DAR,
NOMÁS SÁLGANLE AL CAMINO, SOMBREROS VAN A SOBRAR.
Antes no se amenazaban por las redes sociales, sino que se decían las cosas frente a frente. Y si los dos tenían pistola, se peloteaban ahí mismo y ganaba el más valiente o habilidoso. ¡Ahhhh! Y pocas veces zanjaban sus diferencias en plena calle o cerca de las escuelas. Se iban al monte o mandaban evacuar la cantina para poder matarse a gusto.
DE REYNOSA A MATAMOROS, DE MONTERREY A LAREDO,
ANDEN CON MUCHO CUIDADO AGENTES O PISTOLEROS,
TODAVÍA SOY CHITO CANO Y TODAVÍA NO ME MUERO.
En aquellos años los pistoleros solían andar solos o traían su chalán, pero nunca en bola. Ahora se trasladan a bordo de modernas camionetas y van armados hasta los dientes.
YA CON ESTA ME DESPIDO SIN AGRAVIOS NI RENCORES,
LO QUE SE PRESTA SE PAGA, TENGAN PRESENTE, SEÑORES,
SI AL CIELO AVIENTAS LA DAGA, VA EN BUSCA DE LOS TRAIDORES.
Ayer como hoy, los delincuentes tienen sus biógrafos de cabecera.
Los compositores vernáculos se inspiran en las «¿hazañas?» de los que andan fuera de la ley.
Eso se llama «Apología del Delito» y ha sido elemento fundamental para crear una profunda cultura del narco, la que ha desplazado los valores cívicos y morales de varias generaciones de mexicanos.