Por Pegaso
Acá, instalado en mi búnker, veo las últimas noticias del espectáculo, donde lo más sobresaliente no es que fulanito se echó un pedo, o si sutanita se divorció, o si menganito le sacó la lengua a perenganita.
No. Lo más trascendente de ese mundo de oropel fueron las denuncias que hicieron nueve mujeres por abuso sexual en contra ni más ni menos que del archifamoso tenor español Plácido Domingo.
Según las acusaciones, don Plácido les hacía insinuaciones y tocamientos de nacha a toda aquella soprano, mezzosoprano, contraalto y a uno que otro barítono que se le cruzara en el camino.
El abusadillo cantante presionaba a sus compañeritas para jugar al trenecito a cambio de darles chamba. La que no accedía a sus concupiscentes instintos, la ponía en lista negra.
Una de sus «víctimas» asegura que Plácidín la anduvo acosando y ya la traía azorrillada, hasta que finalmente accedió a sus libidinosas proposiciones.
Tras disfrutar de las delicias de Himeneo, el tenor simplemente la botó a un lado y se olvidó de ella, al igual que muchas mujeres antes y después.
Cuando alguien le preguntó por qué accedió, respondió que Plácido era uno de los personajes más poderosos, casi, casi, un dios, «y ¿cómo le dices que no a Dios?»
Pero finalmente dio su bracito a torcer, sin que Placidín le haya puesto alguna pistola o puñal para obligarla.
El chimengüenchón tenor pasó por las armas no solamente a las nueve que lo acusan, sino a muchas más, incluyendo las que se acercaban a pedirle su autógrafo, aprovechándose de su fama y fortuna.
Ahora, a chorromil años de su entonces floreciente juventud, ya ni paraguas tiene, es decir, que ya pertenece al Club de los Pajaritos Caídos, pero quedan en su mente los recuerdos de aquellos buenos tiempos.
«Creía que todas mis intenciones y relaciones eran siempre bienvenidas y consentidas»,-dijo el pillín.
O sea, ¡pensaba que por ser uno de los cantantes más famosos del mundo tenía el derecho de fornicar con cuanta fémina miraban sus pizpiretos ojos y que además, ellas le entregaban con gusto su tesorito!
Estoy bien convencido de que Plácido Domingo tiene parte de la culpa por andar de pito flojo, pero también las chamaconas que se encandilaban con su luz, como las mariposas que son atraídas en la noche hacia una lámpara y terminan chamuscadas.
Ahora, a más de medio siglo de distancia, las nueve veteranas buscan bajarle de perdido una buena feria, según se puede adivinar, porque ahora ya no tiene ningún caso cualquier acusación de ese tipo.
Por cierto, si en Estados Unidos el tenor recibió una rechifla, en España y otros países europeos se ha convertido en una especie de héroe popular.
Ahora sí que como dice el refrán estilo Pegaso: (La deidad los concibió y ellos se aproximan». (Dios los crea y ellos se juntan).