Por Pegaso
Hay un video de Andrés Openheimer circulando en las redes sociales donde analiza y desmenuza las causas del por qué países de América Latina, como México, están estancados en el subdesarrollo, con espectativas de crecimiento de apenas el 0.6% para el 2020, cuando países de Asia, del Oriente Medio, de Europa y hasta África presentan porcentajes mucho mayores.
Expresa que, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial tendrá un crecimiento del 3.2% en promedio.
Si se analiza por regiones, la economía de Asia crecerá un 6.02%, la de África Subsahariana, 3.4%, la región de Medio Oriente y norte de África, 3.4%.
¿Y a qué se debe esto?
Openheimer dice que la educación tiene mucho que ver, ya que mientras que los habitantes de naciones subdesarrolladas estamos anclados en venerar a nuestros próceres, en vivir del pasado, en las naciones progresistas apuestan más a la innovación y a las ideas, piensan en el futuro y honran no a sus héroes patrios, sino a los héroes del futuro que se preparan día a día en las escuelas.
Y agrega, por ejemplo, que mientras en América Latina nuestras monedas aún traen la efigie de esos mártires del pasado, en países asiáticos su moneda circulante incluye imágenes de universidades o de centros de investigación.
Se trata de una meritocracia donde el intelecto y las ideas son la fuente de riqueza y bienestar.
He ahí la diferencia: Nuestras escuelas nos siguen preparando para ser operadores, para hacer trabajos manuales, mientras que las economías pujantes preparan a sus jóvenes para la innovación, viendo de frente al porvenir.
Analizando las palabras de Openheimer, acá, en mi mullido cumulonimbus, no me queda más que reconocer que en la gran, gran mayoría de los planteles educativos de México, ser un cerebrito, un superdotado o un alumno sobresaliente es como ser un apestado.
Inmediatamente aparecen los chamacos aprovechados a hacerles bullying: «A ver, tú, cuatro ojos, móchate con la torta de jamón». Ya desde el kinder se sabe para dónde tira el venado.
Al contrario, en los países orientales, los propios compañeritos arropan y apoyan a quienes demuestran especiales facultades de aprendizaje: «Honolable Chin Chu Lin, tomal esta tolta de jamón pala que puedas estudial mejol».
¿Ven? ¡Qué diferencia!
Ya cuando son grandes, los mismos personajes se expresan de la siguiente manera:
En México y América Latina: «A ver, tú; móchate con lo que traigas y te me vas a chingar a tu madre».
En Asia: «Honolable Chin Chu Lin, leconocemos tus valiosas apoltaciones a nuestla amada emplesa».
La diferencia es la educación.
Quédense con el dicho estilo Pegaso: «La superación del intelecto se succiona en la vivienda familiar». (La educación se mama en casa).