Por Pegaso
Guarecido en mi muy confortable penthouse, lejos del frío intenso que se mantiene desde hace varios días, me puse a elaborar la lista de mis propósitos para este año 2018 que apenas inicia.
Es una costumbre muy arraigada en nosotros, los mexicanos, iniciar el año con todo el optimismo del mundo, y tras los tamalitos, los bueñuelos, el champurrado y todo lo demás que nos llenó la barriguita durante la temporada decembrina y fiestas de fin de año, pensamos que ahora sí, sin pretexto alguno, empezaremos nuestra rutina de dieta y ejercicios para llegar bien mamados a las playas durante las vacaciones de Semana Santa y de verano.
Pero, ¡oh, desilusión! El seis de enero nos damos una atracada de rosca de reyes y el 2 de febrero tendremos que hacer una tamalada porque nos sacamos el pinche muñequito.
Entonces, decidimos posponer un poco más la dieta y el ejercicio.
Llega el momento en que debemos empezar con nuestras rutinas fitness, sin embargo, siempre nos gana la güeva y pensamos que lo podremos hacer la próxima semana.
Y así nos vamos, posponiendo la fecha hasta la siguiente semana, y luego a la otra, indefinidamente, hasta que nos damos cuenta a mediados de año que nuestra barriguita caguamera sigue ahí, intacta.
¿Y qué pasa cuando decidimos ir a la playa en las vacaciones de verano? Pues no nos queda más que sumir la panza y sacar el pecho cuando pasa frente a nosotros una curvilínea chica.
Luego volvemos a nuestra rutina diaria, esperando con ansiedad cada viernes para ir con los cuates a echarnos unas chelas con su carne asada y su botanita.
Eso es en cuanto al tema de la dieta y el ejercicio.
En el aspecto financiero, es muy común pensar que podemos empezar a hacer un guardadito, ya sea en el banco o bajo el colchón.
Pero inevitablemente tenemos que dejarlo para la quincena siguiente porque el siguiente fin de semana nos iremos de peda con los cuates.
¿Y en el amor? Los que aún permanecen solteros esperan por fin sentar cabeza y se apresuran a buscar la mujer perfecta: Guapa, educada, que le haga piojito, que lo deje ir con los cuates los fines de semana, que no la haga de tos porque llegan tarde a las citas, etc.
Los casados juran y perjuran que ahora sí estarán al pendiente de su bodoquito, que llevarán el mandado cada semana, que no voltearán a ver a las chamaconas en la calle y que la sacarán más seguido para que se olvide un poco de los quehaceres del hogar y del cuidado de los chamacos.
En fin, cada uno puede tener los propósitos que quiera. Lo difícil será cumplirlos.
En una encuesta que se hizo recientemente se descubrió que el 25% de las personas no lograron sus propósitos ni siquiera durante la primera semana de enero.
-El 77% renunció después de la primera semana del año.
-El 40% renunció luego de seis meses.
-Sólo el 8% los cumple durante todo el año.
Eso significa que el 92% de nosotros preferimos seguir rascándonos la barriga antes que cambiar nuestros malos hábitos.
Luego de pensar en todo eso me hago el propósito de no tener propósitos para el 2018.
Nos quedamos con le refrán estilo Pegaso que dice: «En tiempo antepospretérito fue equiparable a glándula mamaria de ave de corral hembra de la familia gallus!». (¡Ya valió chiche de gallina!).