Por Pegaso
Nos decía mi amigo y colega periodista Carlos Peña Rojas, durante su cátedra de “Periodismo y Economía” que imparte en la Universidad Tamaulipeca, que la actual epidemia de coronavirus coincide con las teorías de Maltus (Thomas Robert Malthus, 1776-1834, autor de El Ensayo Sobre el Principio de la Población).
Maltus afirmaba que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan de manera aritmética. Es decir, que la población se duplica cada 25 años y cada vez es más difícil alimentarla.
Por lo anterior, consideraba que, de vez en cuando se le tenía que dar una rasuradita a la población mundial, ya sea por medio de la guerra o de alguna epidemia.
No me entiendan mal. No estoy diciendo que alguien está creando un virus tras otro para acabar con parte de la población, pero es muy sospechoso que salgan padecimientos nuevos que parecen surgidos del laboratorio de un científico loco, como el VIH, la gripe aviar, la influenza porcina, el AH1N1 y ahora, el coronavirus.
Hollywood nos ha preparado durante décadas con películas de zombies. Los Simpson anticiparon la llegada del coronavirus. ¿Qué sigue ahora?
Parte del efecto que produce una nueva enfermedad de rápida propagación, candidata a convertirse en la próxima pandemia, es el miedo que genera.
Lo desconocido es lo que más temor nos causa y así, la nueva fiebre ha obligado que en China se construya un complejo hospitalario apenas en diez días, que los vuelos internacionales hacia aquel país estén casi paralizados y que su economía se vaya a pique.
Mientras tanto, en la Casa Blanca, un tenebroso sujeto de ojillos inyectados y grandes belfos se frota las manos y dibuja en su rostro una sonrisa siniestra, como pensando que aquella calamidad ha sido enviada por Dios para que los malvados chinos dejen de ser una amenaza para su país.
Hace varias décadas, el prestigioso y reconocido gurú Manuel Cavazos Lerma, nos contaba una anécdota, en una de sus tantas giras por Reynosa, en su calidad de Gobernador de Tamaulipas.
Llegó en su camioneta, equipada con una pirámide donde meditaba. Apeóse, saludó a las damas, bailó con ellas y después se fue al podio.
Ahí se aventó uno de sus clásicos discursos, muy a propósito de la crisis económica que se desató en el país durante aquellos años: Había en la lejana India un brahmán, un hombre sabio. Cierto día se fue caminando por un camino que llevaba al monte. Vio un enorme y frondoso sicomoro y se sentó a su sombra, quedándose dormido plácidamente en posición de loto.
De pronto, escucho unos pasos que se acercaban. Era el espíritu de La Peste.
El sabio le preguntó: Peste, ¿a dónde vas?
Y La Peste le contestó: Voy al pueblo a matar a cien personas.
El espectro se retiró rumbo al pueblo.
El brahmán volvió a su estado de meditación. Unas horas más tarde, escuchó a una multitud que venía huyendo del pueblo.
Cuando pasaron por delante de él, preguntó cuál era el motivo de aquella precipitada fuga, y uno de ellos le contestó: ¡Nos vamos del pueblo! ¡La Peste ha matado a miles de personas!
El sabio se quedó pensando, desconcertado.
Más adelante vio que el espíritu de La Peste regresaba y, deteniéndolo, le reclamó: Peste, ¿por qué me mentiste? Dijiste que ibas a matar a cien personas, pero han muerto miles.
Y La Peste le contestó: Yo maté sólo a cien. El Miedo mató a todos los demás.
Eso, y lo que dijo Maltus, está pasando en China, un país con 1,400 millones de habitantes.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “El temor no se desplaza a lomo de Equus asinus). (El miedo no anda en burro).