Por Pegaso
Andaba yo volando bajo sobre las calles del centro de la ciudad, donde ya empiezan a verse las banderitas tricolores made in China, de las que venden los comerciantes ambulantes y donde ya se empieza a apreciar el bullicio por la proximidad de las fiestas patrias.
Luego, en mi penthouse, me puse a recordar viejos tiempos al ver una fotografía de 1985 donde aparecen autoridades de la Universidad Autónoma de Tamaulipas de aquel entonces, colocando la primera piedra de lo que sería la Facultad de Agroindustrias, hoy Unidad Académica Multidisciplinaria Reynosa-Rodhe.
Antes de eso, Agroindustrias se ubicaba en un local de renta en la colonia Ribereña.
Ahí empezaron a tomar clases algunos inquietos muchachos que pretendían llegar a ser los próximos agrónomos para dar un empuje definitivo al campo tamaulipeco y a lo que en ese entonces se veía venir: El desarrollo de la agroindustria.
Los objetivos no se lograron a cabalidad y hoy el agro vive una aguda crisis, con un monocultivo de sorgo que no da para más y con una industria rural inexistente.
Posiblemente por eso mismo se vio en las altas esferas de la UAT y del Gobierno del Estado que sería prudente cambiar un poco el giro de los programas de esa facultad, y entonces la convirtieron en Unidad Académica donde podrían incluirse otro tipo de carreras, entre ellas, la de Ingeniero Petrolero, Electromecánica e Ingeniero en Sistemas.
Pero en aquel tiempo, hablamos de 1985 o poquito antes, la Facultad de Agroindustrias contaba apenas con unos cuantos estudiantes, entre ellos, el que se convertiría en Rector con el paso de los años: José María Leal Gutiérrez, «Chema».
Éste, convertido en líder estudiantil, junto con su Director, el ingeniero José Andrés Suárez Fernández fue pilar para que la escuela pronto repuntara.
Juntos empujaron el nuevo proyecto y pronto contaron con un terreno apropiado para fincar los primeros edificios, allá, cerca del canal Rodhe, en la colonia Arco Iris.
Eran tiempos de gran bonanza no sólo para el Estado, sino también para la Universidad.
Yo recuerdo que cuando venía a Reynosa el Rector José Manuel Adame Mier era casi una fiesta para la raza periodiquera que cubría los eventos para los periódicos locales y programas radiofónicos.
No faltaban a los convites destacadas plumas como Benjamín Tamez Chávez, Gilberto M. Reyna, Juan Gilberto Banda Reyes, José Luis De Anda Yancey y Víctor Zavala.
Se servía de lo mejor, en los mejores lugares. Adame Mier prefería el Sam´s, localizado en la Zona Rosa, donde en aquel entonces todavía existían negocios abiertos.
Cada comensal degustaba exquisitos platillos y bebidas espirituosas a cargo del erario de la UAT.
Y al final, el sobrecito para la raza de a pie.
Esa sana tradición duró casi hasta mediados de la gestión del siguiente rector, Humberto Filizola Haces, pero ya no dio para más. El presupuesto de la Universidad, que era antes tan pingüe, empezó a empobrecer, y de pronto llegó la temporada de vacas flacas.
Su sucesor, Jesús Lavín Santos Del Prado, pasó sin pena ni gloria, durando apenas dos años y fracción en el cargo.
¿Y saben quién llegó después? ¡Sí! Aquel muchacho entusiasta que veinte años atrás encabezaba a la grey estudiantil en la naciente Facultad de Agroindustrias.
José María Leal Gutiérrez, «Chema», fue primero interino y después titular de la Rectoría, entre el 2006 y el 2013.
En todo ese tiempo se sirvió con la cuchara grande, distanció las visitas de trabajo a Reynosa y mostró un gran desapego por su tierra.
Al término de su gestión fue premiado con la Dirección General del Instituto de Energía de Tamaulipas, donde no hizo nada que valiera la pena mencionar.
Atrasito de «Chema» Leal vino el actual Rector, Enrique Etienne Pérez del Río, tipo bonachón y simpático que tampoco ha dejado huella en la Máxima Casa de Estudios de Tamaulipas.
Lo más sobresaliente que hizo fue echar para afuera a unos cuantos aviadores, a eliminar ciertos privilegios para estudiantes ricachones y a juntar una lanita para su retiro de la vida pública.
Una de las manchitas que tiene en su haber es la detención de un piloto de nombre Ramiro Ascencio Neravez que conducía una avioneta propiedad de la UAT, detenido en McAllen en posesión de 300 mil dólares.
No creo que el citado piloto pudiera juntar con sus ahorritos una cantidad tan exhorbitante, así que el Congreso del Estado le pidió una explicación a Etienne sobre el origen y destino de los dolarucos.
La explicación, si la dio, o fue en privado o no trascendió completamente a la opinión pública.
Así pues, bajo el estigma de la sospecha se retira Etienne del escenario político de la UAT, y se perfila para sustituirlo nada más ni nada menos que aquel que fue Director de la entonces naciente Facultad de Agroindustrias, José Andrés Suárez Fernández.
Pepe Suárez, como se le conoce dentro de su círculo de amistades, deberá ser nombrado Rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas en los próximos días, si algo diferente no ocurre.
Con él van dos rectores emanados de la que hoy es la Unidad Académica Multidisciplinaria Reynosa-Rodhe. Dos rectores de Reynosa.
La pregunta que me hago es si veremos pronto una diferencia entre Pepe Suárez y «Chema» Leal en su relación con los medios de comunicación de Reynosa.
El divorcio entre la UAT y los periodistas locales ya ha sido muy prolongado, y no hay un vínculo que pueda acercar ese distanciamiento, digamos, un Director de Comunicación Social con sensibilidad en el trato para con la raza periodiquera.
No estoy diciendo que deben volver las comilonas ni los sobres con embutes, sino que la relación sea más afable, más cercana, no como ocurre actualmente con el viejito bolsas miadas de Enrique Etienne.
Quédense con el refrán estilo Pegaso que dice así: «¿Qué individuo o persona que reciba una hogaza alimenticia elaborada con harina de trigo procesada al fuego prorrumpe en llanto?» (¿A quien le dan pan que llore?).