Por Pegaso
Ahora que anduve medio malancón de la garganta, desde acá arriba, recostado en mi mullido cumulonimbus, recordaba los remedios caseros de nuestras abuelas y mamás.
No nos llevaban inmediatamente al médico para que nos recetara antibióticos, sino que agarraba una buena cantidad de VaporRub y nos untaba en el pecho, hasta quedarnos bien dormidos. A la mañana siguiente despertábamos aliviados y con muchas ganas de ir a la escuela.
Hay todo un recetario que tenían nuestras sabias progenitoras casi para todo:
-Vinagre con alcohol para el dolor de oídos.
-Gárgaras para los resfríos.
-Jengibre para las náuseas.
-Miel con limón para la tos.
-Cinta adhesiva para las verrugas.
-Sopa de pollo para el resfrío.
-Hielo para el dolor de cabeza.
-Un buen trozo de bistec para los ojos morados.
Antes, si recuerdan, éramos más sanos. No sabíamos de colesterol, triglicéridos, diabetes y casi no se oía hablar del cáncer.
Teníamos que caminar un largo trecho para ir a la escuela, nos echábamos una cascarita de fut en el patio de la escuela, nuestras mamacitas nos enviaban a los mandados y casi nunca estábamos sentados o acostados.
Hoy, por el contrario, el sedentarismo es una práctica de lo más común. Nos llevan en auto o en unidad de transporte a la escuela; en el recreo permanecemos mucho más tiempo sentados, navegando en las redes sociales; ya nadie llega a su casa, deja los libros a un lado y se va al llano a correr y a jugar.
La tecnología nos ha vuelto perezosos, obesos y enfermizos.
Yo propongo que volvamos a lo básico. Dejar a un lado nuestro celular, aunque sea por un buen rato y dedicarnos a lo que hacíamos antes.
Y cuando tengamos algún padecimiento, no olvidarnos de los sabios consejos y los milagrosos remedios de nuestras abuelas.
Para muestra, un botón:
1.- Para alejar a los mosquitos de los niños. Basta colocar en una bolsita semillas de eucalipto molidas. Actúa como un magnífico repelente. Si los zancudos ya han acribillado al pequeñuelo, colocar una rodaja de papa cruda sobre la picadura para desinflamar y aliviar la comezón.
2.- Para el estreñimiento. Las abues acostumbraban introducir por el recto del niño una ramita de perejil untada con aceite. Permitía que el infante volviera a hacer caca normalmente, en poco tiempo.
3.- Contra la tos: El remedio casero por excelencia es tomar miel con limón o hacer gárgaras, para aprovechar las propiedades antisépticas del cítrico.
4.- Para eliminar verrugas: Se debe colocar cinta adhesiva sobre la verruga, la cual no podrá «respirar» y finalmente terminará cayendo. También se recomienda aplicar una pasta de ajo, sábila o cebolla.
5.- Para el resfriado común: Un caldito de pollo. La combinación del ave con la cebolla, zanahoria, papa y apio hace que disminuya la sensación de malestar general, ayuda a mantener húmedas las mucosas, despeja la nariz al tomarlo calientito y favorece la expulsión de flemas.
6.- Para el dolor de garganta. Colocar un pañuelito en el cuello era la receta más natural, hace algunos ayeres.
7.- Para el dolor de estómago. Las abuelas nos hacían infusiones de hierbas. La de manzanilla era la favorita.
8.- Expulsión de gases. Nuestras sabias progenitoras, cuando esto ocurría, nos tumbaban en la cama, de costado, con una pierna estirada y otra encogida. De esa manera se facilitaba la expulsión de los molestos gases estomacales.
9.-Para el empacho. Primero, hacían tomar al escuincle una cucharada de aceite de ricino y otra de almendras. Algunas los colocaban boca abajo y les estiraban el pellejo de la espalda hasta que tronaba.
En fin, eran padecimientos sencillos con tratamientos sencillos.
La ciencia médica hoy reconoce que la falta de actividad física es factor para el desarrollo de la obesidad, la hipertensión y la diabetes, pero también la alimentación con altos contenidos de azúcar, grasas y aditivos nos está partiendo la mandarina en gajos.
Déjolos con el refrán estilo Pegaso que dice: «Recupera la salud, recupera la salud, apéndice posterior de batracio». (Sana, sana, colita de rana).