Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por la colonia Rancho Grande, donde se llevaron a cabo diligencias de búsqueda de personas en una calichera abandonada esperando encontrar restos de desaparecidos.
Durante la jornada de ayer escuché y leí en dos ocasiones separadas la palabra revictimización.
Para quien aún no lo sabe, por revictimización se entiende el sometimiento de los familiares o víctimas a interrogatorios innecesarios, incluyendo las entrevistas de prensa, donde ellos reviven la situación traumática a que fueron sometidos.
Una definición más amplia incluye la publicación de los hechos en los medios de comunicación, donde las víctimas, aparte de su desgracia, son sometidas a escrutinio público y en muchas ocasiones, señaladas como copartícipes de un delito.
La primera referencia la hizo mi buen amigo, El Chácharas, durante la espera que hicimos para conocer de algún resultado de las pesquisas.
Aparte de ser periodista, es un diligente defensor de los derechos humanos, y nos comentaba que recién participó en un curso donde se veía precisamente la manera en que se debe evitar la revictimización de los afectados por un delito.
La segunda fue en una observación que me hizo un vocero de la Procuraduría General de Justicia del Estado, donde aseguraba que no es esta la primera acción en su tipo que se hace en Reynosa, puesto que ya habían dos anteriores, aunque no se invitó a la prensa para no incurrir en la revictimización.
Pero esta vez sí hubo mucha prensa y hasta los familiares de desaparecidos hicieron acto de presencia, esperanzados en que se pudieran hallar los restos de sus parientes.
Por desgracia, se sabe que el 85% de las víctimas, incluyendo jóvenes, estuvieron relacionados de algún modo con la actividad delictiva. El resto de ellos sólo estuvieron en el lugar y en el momento equivocados.
Nos decía una madre de familia que su hijo, desaparecido hace casi dos años, salió una noche con tres amigos, y desde entonces no se le volvió a ver.
Los «amigos», al ser cuestionados sobre su paradero, no supieron dar contestación.
De aquí se desprende la recomendación que siempre se ha hecho y que ahora tiene más vigencia que nunca: Cuiden a sus hijos, vean con quiénes se juntan y en qué actividades andan metidos.
Pronto estaremos en México igual que en Estados Unidos, donde hasta los niños de pecho tienen su dealer personal (vendedor de drogas), y en lugar de mamila se fuman su churrito, ayudados por sus mamis, que también se avientan su pericazo. (Nota de la Redacción: Se me hace que aquí exageraste un poco, Pegasiux).
De cualquier manera, gringolandia ha sido siempre el principal mercado de consumo de droga, y mientras siga habiendo demanda, seguirán los cocolazos, muertitos y desaparecidos de este lado.
Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: «Coméntame con quién departes y podré darte la descripción de tu persona». (Dime con quién andas y te diré quién eres).