Por Pegaso
Acá, recostado sobre mi mullido cumulonimbus, me doy cuenta del giro que está tomando el asunto ese del “Zapatagay”, es decir, la exhibición en Bellas Artes de un cuadro de mi General Zapata a lomo de un brioso corcel, en cueros, con zapatillas de tacón de aguja y un sombrero color de rosa.
Como ya es costumbre en este nuevo régimen político, la polarización se hizo presente en todos los estratos sociales del país.
Hay quienes defienden a ultranza la memoria del héroe revolucionario y hay quienes ven en esto una expresión artística.
Solidarios con su compañero de gremio, diversos artistas han elaborado ingeniosos dibujos en base a la controvertida pintura de Fabián Chairéz, ahora archifamoso por la cantidad enorme de memes que circulan en la red.
Subí algunos de ellos a un grupo de WhatsApp y un amigo comentó que esa es una falta de respeto hacia nuestros héroes nacionales.
Yo, irreverente como soy, contesté que nuestros héroes nacionales son Kalimán, Chanoc y El Santo, para recibir una contundente y lapidaria amonestación: “No me decepciones, Pegaso. Te tengo en otro concepto”.
Yo no soy chairo ni fifí, pero puedo ver claramente cómo el país se divide gracias a este tipo de discusiones estériles.
El “Zapatagay” está sirviendo como bandera para el movimiento Lésbico-Gay-Bisexual-Transexual-Transgénero-Travesti-Intersexual-Queer y Demás Hierbas (LGBTTTIQDH).
Jamás se imaginó el Atila del Sur que, cien años después de su muerte, serviría como bandera para un nuevo movimiento de emancipación. De emancipación gay.
Todo este relajo ha servido para desmitificar un poco la figura de los caudillos más importantes a lo largo de la historia de México, los que conocemos como Héroes Nacionales. Los que en su momento dieron su vida por defender sus ideales y que nosotros, como buenos mexicanos, debemos venerar y recordar, porque fueron quienes nos dieron patria y libertad.
Sin embargo, a las nuevas generaciones les importa un bledo quién fue Hidalgo, Morelos y Juárez. Si no, pónganse mis dos o tres lectores en la plaza principal una tarde de estas. Verán cómo los chamacos se suben a las plataformas y se sientan sobre los bustos de nuestros amados próceres, o cómo las palomas defecan sobre sus testas.
Un afamado periodista subió a Internet un video donde analiza las diferencias entre los países subdesarrollados como el nuestro y prácticamente el resto de América Latina. El factor común es que todos viven atados a su pasado, aferrados a una versión de la historia que fue todo, menos honorable.
Por el contrario, países como Corea, Japón y China viven ya en el Siglo XXIII, porque han dejado atrás el lastre de su historia y ven hacia el futuro, hacia la educación, hacia la innovación.
Yo por eso aplaudo la desmitificación de las figuras históricas no sólo de México, sino del mundo entero. Y me gusta hacerlo con irreverencia, porque ese es el espíritu libre de un pegaso.
Venga, pues, el refrán mexicano: “Entonces, ¿si el Benemérito de las Américas no hubiese fallecido?” (¿Y si Juárez no hubiera muerto?)