Por Pegaso
No soy un crítico de cine, pero el pasado fin de semana, después de mi vuelo vespertino, quise ver por Netflix la película que está de moda, la multinominada al Óscar, la obra maestra de Cuáron, la más maravillosa producción cinematográfica que ha dado México y la última coca del desierto: Roma.
No me gustó tanto.
Difiero de los críticos de la Academia.
He visto producciones mejores todos los días. Creo que el largometraje logró deslumbrar a los jueces por el impacto visual que causa el blanco y negro, así como por el detalle con que se recrea la época.
El ambiente es de alrededor de 1970 o 1971. La revuelta estudiantil había culminado con la matanza de Tlatelolco, el halconazo de Echeverría provocaba el despertar de la chaviza e inauguraba una nueva era en la historia moderna de nuestro país.
En aquel entonces, Echeverría acababa de asumir la Presidencia de la República, Zovek causaba asombro con sus actos de escapismo, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México no estaba tan congestionado y los carritos de camotes deambulaban por las calles, dando un toque melancólico a los atardeceres de la gran ciudad.
De entrada, permítanme mis dos o tres lectores decirles que no se trata de una película épica de Julio César o Nerón. El título se refiere a la colonia Roma, donde vivía la familia de Cuarón retratada en el filme.
Debo comentar que después de aventarme los 135 minutos que dura el churrón, me quedé con un sabor de boca agridulce.
Para empezar, no le hallé por ningún lado alguna cualidad histriónica sobresaliente a la protagonista, Yalitza Aparicio.
Quienes la defienden dicen que no importa que esté cachetoncita, que tenga dientes de mazorca de rancho y que tenga cuerpo de bodoquito del zumba, sino que es más relevante el talento que posee.
Tal vez yo no lo ví. Me confieso miope en ese sentido. Más sin embargo, ni los cortos diálogos que tiene, casi en monosílabos, ni su desempeño actoral me convencieron.
Ahora que tampoco Cuarón se pulió. Puede que sea su mejor película, después de Y tu mamá también, El Laberinto del Fauno y Gravedad, pero no es algo del otro mundo.
Yo comentaba en una red social que para mí es mucho más rica y compleja la película de Booliwood llamada 3 Idiots, producida en La India, misma que en México tuvo un pobre remake.
Si analizamos la trama de Roma, deja mucho que desear. Dos famullas que le ayudan a la esposa de un Médico que anda de güilo, una de ellas que le entrega el tesorito al primer cabrón que le presentan, el vato que la deja sola con su panzota, el aborto, el halconazo como fondo, un incendio en un rancho y la aventura de los mocosos que se meten al mar a pesar de que se les advierte del peligro (Nota de la Redacción: Me recordaron a los huachicoleros). Total, la chacha salva a los chamacos y la patrona se queda sola porque su esposo se fue con una curvilínea chica. Es todo.
Para mí que la escena donde van al rancho, donde el bosque se quema, está de sobra. Hasta un güey que ni es mexicano se pone a cantar una canción en su idioma, mientras que los demás se parten la madre para echarle agua a los árboles.
Pienso que está muy sobreestimada. Un periodista de Monterrey dijo que Roma «es una vacilada de Holiwood», y coincido en parte con él.
Sin embargo, para el mexicano promedio, Cuarón es un héroe, Yalitza es la actriz de moda y México vuelve a ser chingón porque una película producida aquí está nominada al Óscar.
Y lo que para la mayoría es un orgullo, yo lo veo más como una especie de cortina que cubre momentáneamente todas las demás deficiencias que tenemos como país y como mexicanos.
Si destacásemos en Matemáticas, en Ciencias, en innovación, en producción agrícola, en exportaciones, en honestidad, en buenos gobiernos, en ser ciudadanos modelos, en formar bien a nuestros hijos, en tirar la basura en su lugar y en miles de aspectos más, otro gallo nos cantaría. Entonces sí, habría motivo para sentirnos orgullosos, no por una pinchi película.
No porque Yalitza sea de ascendencia mixteca y esté muy lejos de ajustarse a los moldes holiwoodenses de belleza debo ser condescendiente con ella y considerar que es una buena actriz o que Cuarón es un virtuoso del celuloide.
No soy misógino ni antinacionalista, pero esa es mi opinión personal.
Mejor quédense con el refrán estilo Pegaso que dice así: «En apreciaciones subjetivas suelen fragmentarse estereotipos». (En gustos se rompen géneros).