AL VUELO/ Saqueo

Por Pegaso​

Recostado en mi mullido cumulonimbus, después de mi vuelo dominical, me puse a meditar sobre las enormes riquezas que aún le quedan al país: Selvas, playas, montañas, petróleo, gas y muchos otros recursos de los que no gozan naciones altamente desarrolladas, como Japón, Suiza u Holanda.​

Me decía mi papá Pegaso que el saqueo de México comenzó con Ruiz Cortinez, en la década de los cincuentas, y de ahí pa’l real, como dicen en mi rancho, todo ha sido robar a manos llenas.​

Dice una frase muy socorrida: «¡No te acabes, México!» y a fé mía que, a pesar de tanto latrocinio, esta tierra generosa nos puede seguir dando todo lo necesario para subsistir.​

Yo digo que todo empezó mucho antes, desde que los aztecas se convirtieron en un imperio.​

Sanguinarios y ambiciosos como eran, sometieron a todas las tribus que vivían en el Valle de México y mucho más allá. Después llegaron los españoles y una enorme cantidad de riquezas pasaron a manos de la corona ibérica, la cual se usó para pagar las voluminosas deudas de los Reyes Católicos.​

Actualmente el oro azteca sigue circulando y hoy forma parte de muchas coronas, tiaras y cetros de la realeza europea.​

Yo sostengo la tesis de que México es el país más rico del mundo y puede convertirse en la primera potencia mundial.​

Además de las riquezas enumeradas, cuenta con cuatro de los más importantes destinos turísticos del mundo: Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta y Los Cabos, tiene 11,122 kilómetros de costa, una extensión territorial de 1 millón, 964,375 kilómetros cuadrados y un mar territorial de 49,609 kilómetros cuadrados.​

Además, tiene la frontera más larga del mundo, con 3,141 kilómetros lineales, pero además, está pegadito con el país que hoy por hoy es la segunda potencia económica mundial, por detrás de China: Estados Unidos.​

Entonces, ¿qué nos falta?​

El saqueo inició, entonces, desde la época precolombina, siguió con los españoles durante el Virreinato, luego con la afrancesada burguesía de Porfirio Díaz, los saqueadores revolucionarios, los gobiernos militares y los gobiernos civiles, hasta llegar a la etapa más reciente.​

El tema del robo de guachicol, según los datos del Gobierno de López Obrador, representaba una pérdida para la Nación de entre 70 y 80 mil millones de pesos.​

Esa cantidad, por abultada que suene, es apenas una porción de los 500 mil millones que dijo el Pejidente, durante su campaña, que se robaban los políticos ratas y las mafias del poder.​

La verdad es que la sangría estaba en todas partes, desde el guachicol hasta la compra de medicamentos en el sistema de salud, las obras chafas que se construían, los contratos de PEMEX, los sueldazos de los altos funcionarios, las canonjías de los mismos, las adquisiciones de los gobiernos y muchos etcéteras más.​

Si pusiéramos cada peso de esos 500 mil millones uno enseguida de otro, casi le darían la vuelta a la Tierra, ya que formarían una línea de 10,500 kilómetros (el diámetro terrestre es de 12,742 kilómetros).​

Si bien es cierto que el nuevo Gobierno Federal está atacando duro al robo de combustible y a la corrupción en sus varias aristas, y que nos estamos ahorrando 80 mil millones de pesos anuales, ya es hora de que empiece a reflejarse en los bolsillos del consumidor, de que baje el precio de la gasolina, por ejemplo.​

Veía un video de un grupo de personas que practicaban la rapiña en un ducto de PEMEX con una toma clandestina en Acambay , Estado de México.​

Quiero decirles que eso es solo el principio, si no empiezan a bajar los precios del carburante. Allá, en el interior del país, se consigue el combustible en más de veinte pesos por litro, e incluso, ya hay un mercado negro por Internet donde se vende hasta en 50 pesos el litro.​

La desesperación puede cundir. Pienso que si tenemos suficiente gasolina, ya es momento de ir bajando el precio para homologarla en todo el país.​

Decía yo que si se hacen bien las cosas desde arriba, si efectivamente hay un Gobierno patriota y un Pejidente estadista, dentro de unos años México puede llegar a ser potencia mundial, y entonces sí, tendremos que cuidar nuestras fronteras para que no se vengan los centroamericanos y sudamericanos en busca del sueño mexicano, e inclusive, ¿por qué no? los mismos gringos, ya que de todos es sabido que en nuestro país la vida es más barata que de aquel lado del río.​

Y nos vamos con el refrán estilo Pegaso: «¿A qué objetivo sueles disparar durante la vigilia, individuo originario de los Estados Unidos Mexicanos?» (¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?)

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