Por Pegaso
Que no culpen a la gente de lo que suceda de aquí en adelante.
Las autoridades han ordenado una cuarentena, donde las personas deben recluirse en sus hogares con sus hijos, mientras pasa la contingencia epidemiológica del coronavirus.
Sin embargo, todos ellos tienen que comer.
Con los ricos no hay mucho problema, porque tienen abundancia de recursos como para alimentar a un ejército.
Los clasemedieros pueden ordenar una pizza o una hamburguesa sin necesidad de salir de sus hogares, pero, ¿la raza mahuacatera?
Para el Gobierno es bien fácil decir: “No salgan a la calle, no vayan a trabajar”.
En la vida real, eso no funciona, porque millones de personas apenas sacan para vivir al día. ¿Se imaginan qué va a pasar cuando se acaben sus raquíticas reservas y sin tener de dónde conseguir dinero?
En el centro del país, y más concretamente en la Ciudad de México y el Estado de México, ya empieza a haber saqueos.
La población, desesperada porque no tienen para comer, salen a las calles, llegan a una tienda de conveniencia o supermercado y rompen los vidrios para entrar y extraer lo más que puedan.
Las autoridades ya han detenido a más de sesenta. Pienso que pronto el hambre causará más daño que el propio COVID-19.
Es innegable que el País se dirige a una crisis económica como no ha tenido nunca.
Ni aún el maldito pelón Salinas tuvo tan devastadores efectos.
Veo venir un período de tribulación para el pueblo mexicano. Ordas hambrientas se lanzarán en pos de comida si no se implementa un plan de suministro de víveres pero ya, antes de que los enlatados, la sopa seca y los frijoles se acaben en las alacenas de los hogares pobres.
En un grupo de chat nacional opinaba yo que es el momento en que los multimillonarios como Carlos Slim, Alberto Ballieres, Ricardo Salinas Pliego, María Asunción Aramburuzavala y demás miserables personajes donen parte de sus fortunas para paliar los efectos que tendrá el coronavirus sobre la economía de México.
Que cada uno donara unos cien millones de dólares, sería como quitarle un pelo a un gato. Realmente no haría diferencia, porque esas son las cantidades que ganan o pierden diariamente con los vaivenes de la bolsa.
El vómito negro de los empresarios sería, en este caso, la salvación de todo un pueblo, ya que la endeble economía del país no permite gastos onerosos sin quedarse tambaleando.
Los mexicanos hemos sido esclavos de Electra, de TELMEX, de Televisa, de Tele Azteca, de Bimbo y de muchas otras empresas que nos exprimen hasta el último centavo de nuestras bolsas.
Entonces, ¿por qué no exigir ahora la ayuda de los millonetas, que se han empachado de lana a su antojo gracias a todos nosotros?
¡Ea! Lancemos un exhorto a nivel nacional y tal vez, quizá tal vez, se les ablande el corazón a estos mercenarios que, en tiempos normales, venderían hasta a su mamacita para ganar un centavo más.
No tarda mucho en que los saqueos se generalicen en todo el país. Sólo falta el motivo y la oportunidad.
El motivo llegará pronto, cuando se acabe la comida en las casas. La oportunidad vendrá inmediatamente después.
Luego no digan que no se los advertí.
Por eso mismo, el refrán estilo Pegaso dice lo siguiente: “La inanición es tremebunda y peor el individuo que la sobrelleva”. (El hambre es canija y más el que la aguanta).