Por Pegaso
En cuestión de política interna de los países, hay dos teorías opuestas.
La primera consiste en un cambio suave y gradual, mientras que la segunda se conoce como Teoría del Choque o Teoría de Shock.
Vimos durante muchas décadas que la política en México tuvo pocos cambios, desde el nacimiento del sistema de gobierno revolucionario, con Putarco Matías Calles, la toma del poder por parte de los civiles, con Cházaro Cárdenas, la entrada a la modernidad con Tópez Mateos, el neoliberalismo, con Jalinas, la derechización con Chente Fox y Jelipillo Calderón, y ahora, el violento giro a la izquierda, con ALMO.
ALMO, como ya lo he dicho en esta columna, tiene un grupo de asesores e ideólogos que lo orientan en influyen en este tipo de cosas.
Así que desde mucho tiempo atrás, viendo cómo el País se ahogaba en la corrupción, persiguió el poder hasta alcanzarlo con la mente fija en aplicar una terapia de choque, como vemos que lo está haciendo ahora.
Quitar todos los privilegios a los grandes empresarios, eliminar canonjías a funcionarios corruptos, quitar programas de beneficio social para centralizarlos en una sola persona, polarizar al país, no escuchar a nadie, satanizar a la prensa… todas esas son señales de que ya se está aplicando la señalada Teoría del Shock.
Decía yo a unos amigos apenas ayer que fue un error garrafal eliminar los fideicomisos.
Bajo el argumento de que había corrupción en todos ellos, que servían para que unos cuantos se enriquecieran y que los beneficios no llegaban a los beneficiarios, de un plumazo los hicieron desaparecer.
Pero, ¿por qué no quitar a los corruptos y dejar los fideicomisos en manos de gente capaz y honesta?
¡Que alguien me explique!,-como decía un personaje de Eugenio Derdez.
Extinguir un programa y sustituirlo por otro, es gastar inútilmente en nuevos membretes, nueva papelería y nueva burocracia.
En cambio, si se queda la estructura, ¡basta con que los nuevos funcionarios sean honestos, o de perdida que roben menos!
Pero si alguien me contesta que desaparecerán los fideicomisos con todo y oficinas, el problema es mayor, porque de ahí dependían miles de familias que sí requieren del empleo para sobrevivir.
Y si el dinero que había para apoyar a los niños con cáncer, a la investigación científica, al deporte y a otros muchos rubros va a ser controlado por el Pejidente, a su antojo y arbitrio, aunque sea honesto, ¡es una señal de alerta porque se aproxima la dictadura!
Ya desde tiempos antiguos se sabía que la Democracia, cuando los gobiernos empiezan a darse ciertas libertades, conduce a la tiranía.
Quien no me crea, lea La República y vea los argumentos que maneja Platón, en base a las enseñanzas de su maestro Sócrates.
Puede que una dictadura sea lo que necesita México en estos momentos, pero eso nos provocará dolor y lágrimas, como ocurrió en Cuba o Venezuela.
El cambio que pretende ALMO con una política de shock es lo que nos hemos ganado los mexicanos, porque traemos en la sangre la corrupción y la dejadez.
Con nuestros votos, por ejemplo, pudimos evitar que llegara Jalinas al poder, y si insistía en el fraude, bien pudimos organizarnos y negarle la Presidencia.
Pero fuimos ovejas cobardes que nos dejamos manipular, que vendimos nuestro voto por unos cuantos pesos para seguir manteniendo nuestra comodina posición, en tanto que los políticos corruptos se llenaban las bolsas de dinero y el País caía en desgracia.
Sí. A lo mejor una dictadura es lo que nos merecemos.
Así que hay que sufrirlo con resignación.
Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: “No existe sitio hacia el cual movilizarte”. (Ni pa’ dónde te hagas).