Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el centro de la ciudad, donde se hacen los preparativos para la majestuosa celebración del Grito de Independencia, con mil adornos tricolores en la fachada e interiores de la Presidencia Municipal.
Antes de la ceremonia cívica habrá animada tertulia con la actuación de la Sonora Dinamita de Chucho Argáin, venta de antojitos y artesanías mexicanos, y para finalizar, los vítores a los héroes que nos dieron patria y libertad, con un estallido de júbilo salpicado por los fuegos artificiales.
Pero hoy no quiero hablar de las fiestas de la Independencia.
Con la llegada al poder de una nueva clase política, más tirada hacia la izquierda, veo con claridad que la manera en que se harán las cosas dentro y fuera de las estructuras de poder cambiará radicalmente.
Enfocándonos al tema del sindicalismo, les diré que les esperan días amargos a los actuales líderes charros, aquellos que han manejado a su antojo los destinos de cada organización, ya sea que esté adherida a la CTM, a la CROC o a cualquier otra central obrera.
En sus tiempos de gloria, los dirigentes sindicales eran todopoderosos señores de horca y cuchillo.
Recuerdo una anécdota de un reportero novato de un periódico chilango. Haciendo guardia en la entrada del edificio de la CTM, logra de chiripa entrevistar a un viejo jerarca cetemista. Horas después llega a la redacción, muy quitado de la pena y le pregunta el Director: «Bueno, ¿y qué material trajiste hoy?» El neófito le responde: «Pues sólo traigo esta entrevista que casi no se escucha…» Deja correr la grabación unos segundos y ante la mirada sorprendida del editor, procede a borrarla. «¡Pendejo!-le grita furioso. ¡Era Fidel Velázquez!»
Y sí. La figura de Fidel Velázquez dominó el panorama nacional por muchas décadas, y era fama que en las entrevistas apenas se escuchaba su cascada voz, pero cada palabra suya tenía un gran peso político, por eso la furia del Director de aquel novicio reportero.
En cierta ocasión se anunció la visita de Fidel a Reynosa. Fue en el salón Polivalente.
El viejón fue presentado a los obreros que estaban ahí reunidos: «¡Está con nosotros nuestro líder máximo, Don Fidel Velázquez Sánchez!», y enseguida se dejó escuchar una atronadora ovación.
«Y ahora nos acompaña Fulano de Tal, líder de las juventudes cetemistas»,-y se escuchó una risa generalizada, porque el tal dirigente de las juventudes obreras era también un carcamal que apenas podía sostenerse en pie.
Total, a Fidel y a sus acompañantes tuvieron que subirlos de a aguilita a las camionetas donde eran transportados.
Murió el viejo jerarca y la CTM empezó a perder fuerzas, hasta caer en un largo letargo del que ya no ha podido despertar.
Veo que la intención del nuevo Gobierno Federal es desmantelar toda la estructura que servía al entonces partido dominante, el PRI, para controlar a la masa trabajadora con fines electorales.
Y a como vamos, el primer gran objetivo será el Sindicato Petrolero, actualmente dirigido por el magnate Carlos Romero Deschamps, quien se lleva de patada en las nalgas con jeques y emires del Medio Oriente y su hijo presume los más lujosos vehículos chapados en oro en ciudades como Dubai.
De ese tamaño son los beneficios de ser un líder sindical corrupto. Tras la democratización del STPRM, caerán como fichas de dominó las demás organizaciones gremiales, como el Sindicato de Maestros y el de Electricistas, por citar a dos de los más importantes, de los que dejan más dinero a sus amos… perdón, a sus líderes.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso, de la autoría del fallecido líder cetemisa Leonardo «La Güera» Rodríguez Alcaine: «Lo realmente trascendente no corresponde a la excreción urinaria, sino a la producción de una capa de líquido en estructura globular». (Lo importante no es la miada, sino hacer espuma).