Por Pegaso
La autopista México Cuernavaca, en un tramo conocido como Paso Exprés (Km 93 + 600), fue noticia nacional el pasado 12 de julio.
La obra que fue inaugurada cinco meses antes por el Presidente Enrique Peña Nieto y el Gobernador de Morelos, Graco Ramírez, presentaba desde ese entonces una serie de fallas que fueron pasadas por alto.
Como resultado, se abrió un tremendo socavón y un automóvil cayó en él, provocando la muerte por asfixia de sus dos ocupantes.
Días después, luego de acalorados debates buscando culpables de ese desastre, parece que los socavones se han puesto de moda y han empezado a aparecer en todas partes de la geografía nacional, cual si fuese epidemia.
Y es que andaba yo volando allá, sobre la avenida Río San Juan, en el fraccionamiento Fuentes Sección Lomas, porque me habían dicho que se abrió un socavón y cayó en él un pesado camión de los que se utilizan para revolver cemento en las construcciones.
Y efectivamente, ahí estaba el hoyanco, con el «trompo» a medio hundir.
Entrevistamos al Gerente de la COMAPA, Néstor González Meza, uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos, quien lamentó la situación, pero dio gracias al cielo que no hubo víctimas fatales.
-Mira, Pegaso-me dijo-; la placa de concreto no cuenta con varilla para darle soporte.
No se veía por ningún lado alguna armazón metálica de las que se usan comúnmente en calles dedicadas al tráfico pesado, simplemente porque esa vía sirve sólo para desfogar la circulación de vehículos ligeros.
La calle fue reconstruida por la pasada administración municipal. Anteriormente era de asfalto, pero los problemas que siempre han existido en ese lugar obligaron a meterle una placa de concreto de unos quince centímetros de espesor.
La solución no fue la adecuada, según se apreció ayer.
Lo que ocurrió aquí es que no se cambiaron las viejas tuberías de cemento y éstas cedieron a la presión de las aguas residuales.
Eso, sumado a la gran cantidad de basura que arroja la gente a las calles y que se va a las alcantarillas, produjo un aumento muy grande de la presión al interior de los ductos, lo que se conoce como Principio de Bernoulli. Es decir, si hay un taponamiento, se reduce el diámetro del tubo y aumenta la fuerza de la presión.
Con el paso de los años, el líquido busca una salida y la encuentra al erosionar el debilitado concreto de la tubería, tal como lo describe un efecto hidrodinámico llamado Principio de Venturi.
Total, el camión cayó en el socavón y el chofer salió corriendo, asustado porque pensó que la tierra se lo tragaba.
Y así fue, efectivamente. La tierra casi se tragó la pesada unidad. Tuvo que venir una grúa industrial para poder extraerlo del pozo o caverna que se formó en esa calle.
Hasta ahora este es el socavón o «caído» más grande que se ha registrado en Reynosa.
Curiosamente se ha utilizado en el pasado la palabra «caído» para describir los hoyos que se abren en las calles al colapsar la tubería de drenaje, pero ahora sabemos que se llaman socavones.
Uno anterior, un poco más pequeño ya había causado problemas sobre la calle Río Purificación, en la colonia La Presa, más o menos a mediados del 2016.
Ahí cayó un vehículo, pero igualmente no hubo consecuencias graves.
En el socavón de la calle Río San Juan se aprecia que el problema es mucho mayor (qué coincidencia que en las calles llamadas ríos es donde se forman los socavones más grandes).
El tramo de esa avenida es de unos cuatrocientos metros, desde la segunda rotonda del boulevard Las Fuentes hasta el canal Rodhe.
Desde tiempo antes se detectó el problema de la desaparición de la tubería de cemento y la formación de una enorme caverna que se prolonga más de cien metros, donde es necesario reponer completamente los ductos viejos por otros nuevos de PVC o de un material más resistente.
Hablando de caídos y socavones, el anterior Gerente de COMAPA, Serafín Gómez Villarreal, comentaba que para la rehabilitación de los mismos se requería más de mil millones de pesos, el equivalente a más de la mitad del presupuesto anual del Municipio.
Detectados hay unos 80 caídos, pero hay muchos más, si consideramos que en el sector viejo de la ciudad se construía el drenaje con tubería de concreto y que ésta tiene un período de vida de no más de veinticinco años.
Tras conocer detalles del socavón en la autopista México-Cuernavaca y la aparición de más hoyancos en varias ciudades de la República, incluyendo Reynosa, no pude más que pensar en la forma en que se difunden las epidemias sanitarias.
Si fuese una enfermedad, se llamaría socavonitis, y la vacuna para evitarla sería sustituir la vieja tubería con ductos de PVC y después colocar el asfalto o el pavimento de concreto para tener vialidades lo suficientemente fuertes.
Viene pues el refrán estilo Pegaso: «Digo verdad solemnemente cuando señalo que no fui el responsable; se trata de versiones surgidas en lugares indeterminados». (Yo te lo juro que yo no fuí, son puros cuentos de por ahí).