Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por la plaza principal Hidalgo, donde pronto empezarán a colocarse los altares de muertos para la tradicional celebración de cada año; y esta vez se juntarán las dos principales asociaciones de picateclas, la Unión de Periodistas Democráticos (UPD) y la Red de Mujeres Periodistas de Reynosa, para elaborar un colorido y coqueto altar de muertos, que estará dedicado a mi buen amigo ya fallecido, Chava Aquino.
Después, en mi búnker, me puse a ver las últimas noticias y no pude más que maravillarme de la forma en que ha evolucionado el vodevil de la captura del Chapito por parte de nuestras gloriosas y bizarras fuerzas armadas.
Todo eso me he convencido de una cosa: El Peje tiene un superpoder.
Sí. Efectivamente. Gracias a ese superpoder, ha podido convertir el error más garrafal en lo que va de su Administración, en un sonado triunfo.
Ahora resulta que dejar escapar a uno de los objetivos más buscados por la DEA, la CIA, la Interpol, el M16, la KGB y el HEB, fue una acción positiva porque permitió salvar miles de vidas inocentes.
Y es así, de esa forma, como AMLO le dio vuelta a la tortilla y se convirtió en El Salvador, en un héroe nacional, casi casi de la misma dimensión que Hidalgo, Morelos, Allende y doña Chepa Ortiz de Domínguez.
Personajes hay en el mundo de la política, de la farándula, del deporte o del arte, que por más que los atacan sus enemigos, más crece su figura.
Y hoy me quedo asombrado de la manera tan hábil en que se ha podido manipular la fallida acción militar.
Es el mundo del revés.
Las fuerzas armadas de un país que no pueden completar una misión porque no calcularon la capacidad de reacción del enemigo y éste amenazaba con masacrar a civiles, si no les devolvían a su jefe.
Así pues, la orden surgió del propio Ejecutivo y se dio marcha atrás. Fue una captura que no fue captura, dijeron.
Alguien decía por ahí que eso creó jurisprudencia: “Será puesto inmediatamente en libertad todo aquel delincuente que demuestre tener la capacidad para amenazar y masacrar a miles de personas”.
Ví como la opinión pública se inclinó, primero, por condenar los hechos, denostar al Gabinete de Seguridad y crucificar al Secretario de la Defensa Nacional, y en las siguientes horas, bajar los índices de aprobación del Presidente.
Pero después vino lo bueno. No se trató de un error, sino de un acto heroico.
El grupo delictivo, que superó fácilmente a la milicia en armamento y en efectivos, copó la ciudad y amenazó con matar a civiles si no les entregaban a su jefe, El Chapito.
Y así fue como el Gobierno torció las manos y dejó libre a uno de los narcotraficantes más buscados del país, todo para salvar miles de vidas.
Acto tan heroico no se había visto desde que Iron Man se sacrificó para salvar al resto de Los Vengadores, en Infinity War, Endgame. (Producción de Marvel Studios, con la dirección de Anthony y Joe Russo, basada en Los Vengadores de Stan Lee y Jack Kirby, con Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemswort y Scarlett Johanson).
En fin. Nuevamente los fifís se la pelaron al Peje, como le dijo aquella regordeta mujer en el aeropuerto de Ensenada.
MI recomendación para que en las sucesivas acciones militares no vuelvan a regar el tepache, pero, ¿de qué se preocupa el Gobierno de la Cuarta Transformación?
Ya sabemos que el Superpeje tiene el poder de los gatos: Siempre cae parado.
Termino con el refrán estilo Pegaso: “Me producen similar efecto que la ventisca al Benemérito de las Américas”. (Me hacen lo que el viento a Juárez).