Por Pegaso
¡Ya tengo la solución a todos los problemas relacionados con la violencia en México!
El Gobierno, la sociedad civil, los analistas políticos, los periodistas, los empresarios…, todos estamos equivocados, o como dice el refrán popular, estamos miando fuera del hoyo.
El equipo de investigaciones especiales de Pegaso llegó a una sorprendente conclusión, luego de sesudos análisis, consultas hemerográficas, triangulación de información y análisis de datos de Inteligencia de la CIA, KGB, DEA, el Pentágono, la Interpol, M16, HEB, SAMS, SORIANA, etc.
La conclusión es que nos hemos equivocado rotundamente en la estrategia para combatir la violencia generada por la delincuencia organizada y sus nada deseables consecuencias: Daños colaterales, muerte de inocentes, caída de la economía, baja en la actividad turística, miedo de los inversionistas y terror de la población a salir a la calle por los enfrentamientos que se suceden casi todos los días, a cualquier hora y en cualquier punto de la geografía nacional.
Volando por los límpidos cielos de Reynosa me puse a pensar cuáles han sido los yerros cometidos por los altos mandos de nuestro país para que el problema de la narcoviolencia siga prevaleciendo después de casi diez años de implementar las primeras estrategias.
Delincuencia organizada siempre ha existido, desde que el hombre empezó a pensar cómo chingar a su vecino, allá, en la Edad de Piedra.
En México, el Gobierno de Felipe Calderón creyó que era buena idea declararles la guerra a los narcos y lo que hizo fue atomizar los fuertes grupos en muchos más pequeños, pero igualmente letales.
Fue algo así como romper una botella de vidrio con un martillo. La botella fue destruida, pero quedaron muchos añicos, y cada uno de esos añicos causa aún más daño que la botella entera.
Uno de los ejes que impulsan los gobiernos federal, estatales y municipales para revertir los efectos provocados por la violencia, es la reconstrucción del tejido social. Eso implica el rescate de valores, tales como el respeto a los padres, a los maestros, el civismo, la amabilidad entre vecinos, o el acercamiento a Dios, como dicen en algunos cultos religiosos.
Pero aparte del tejido social, hay que rescatar los espacios públicos, por eso se construyen parques de barrio o parques de bienestar social, tamules, parques lineales y muchas otras instalaciones que pretenden proporcionar un lugar adecuado para el sano esparcimiento de las familias.
Esa y otras estrategias similares no han servido para nada. Están mal encaminadas. Se han gastado muchos miles de millones de pesos sin resultado alguno. Si se logra echar al guante a un capo, al rato sale libre o se fuga por algún túnel; si se desmantela una célula del crimen organizado, en su lugar surgen dos o tres, como en el mito de Hércules contra la Hidra de Lerna. No hay tampoco un estudio serio que indique que los habitantes de los barrios bajos se han vuelto mejores personas por tener unos columpios y unas resbaladillas frente a sus casas.
La falla está en que hemos equivocado el rumbo de la estrategia.
No debemos reconstruir el tejido social ni rescatar los valores de la sociedad civil, porque a final de cuentas las masas son como niños que imitan todo lo que ven y lo que han visto en las últimas décadas es el estilo de vida, las costumbres y los gustos de los narcos, la llamada narcocultura.
Lo que debemos hacer es ¡rescatar los valores perdidos del narco!
Leyeron bien. Los grupos de la delincuencia organizada en el país han perdido su esencia natural, que era el trasiego de enervantes. En ese largo camino entre su esencia prima de traficantes de droga hasta lo que hoy son, asesinos sin entrañas, terroristas que no se detienen ante nada para conseguir sus propósitos, han ido perdiendo sus valores, si es que se les puede llamar así.
Por ejemplo, ellos adoran la figura materna. No hay nada más valioso que la mamá de un capo, pero a últimas fechas esa figura intocable se ha visto vulnerada.
Había un mandamiento entre grupos rivales: No meterse con la familia, ni mucho menos con las mamases.
Podían matar a los hermanos y a los papás y no había bronca, ¡pero meterse con las cabecitas de algodón, ese era otro pedo!
Otro “valor” perdido es el de invadir territorios ajenos.
Antes, con Carlos Salinas, cada grupo tenía designado su territorio y sus rutas, pero en un momento dado el equilibrio se rompió.
Y así, podemos seguir enumerando todo lo que era sagrado para ellos y que poco a poco se fue perdiendo.
De ahí que rescatar dichos “valores” tendría que ser tema de seguridad nacional, ya que si los narcos vuelven a ser bien portaditos y se quedan quietecitos haciendo lo que antes hacían, al rato toda la gente va a seguir su ejemplo y volveremos a la normalidad, con una economía sana, un crecimiento sostenido y un mejor nivel de bienestar social.
Para el rescate de los viejos “valores” de los señores malosos, se proponen las siguientes acciones urgentes:
-Prohibir los narcocorridos en la radio. En su lugar se deben transmitir canciones de cuna, para que vuelvan a revivir los tiempos de su tierna infancia, cuando eran arrullados en los brazos de sus jefecitas. Por decir un ejemplo, en el espacio que corresponda a “Pacas de a kilo”, debe programarse “A la rro-rro niño”, o cuando toque el turno a “El Viejo era cabrón”, poner “Los tres cochinitos están en la cama” u otra parecida.
-Eliminar de la televisión las narconovelas: Sustituir los churrones de “El Capo”, “Sin tetas no hay paraíso” o “La Reina del Sur” por algunos capítulos de Los Pitufos, Mi Pequeño Pony o Barney.
-Construir tamules y parques de bienestar social frente a las residencias de los jefes de la delincuencia organizada: De esa manera, ellos y sus familias gozarán de un espacio apropiado para que dediquen más tiempo al ejercicio y al sano esparcimiento, y dejen de pensar en dar levantones, entambar y cortar cabezas.
-Crear un fideicomiso para apoyos crediticios a grupos o asociaciones delictivas: La falta de recursos económicos provenientes del trasiego los ha obligado a tener otro tipo de ingresos. Si se dan facilidades para obtener empréstitos blandos, dejarán de hacer travesuras como secuestrar, robar vehículos y poner a cuota a los comerciantes.
En fin, son ideas que pueden servir para crear una estrategia más efectiva que la que actualmente se realiza en todo el país. Es cuánto.
Quédense con el refrán estilo Pegaso: “Es necesario verificar el nivel de líquido donde se cocen los tubérculos”. (Hay que tantearle el agua a los camotes).