Por Pegaso
Tras mi vuelo matutino me puse a ver algunos portales de Internet en busca de notas curiosas, chuscas u originales.
Encontré una que se refiere a la exposición “Emiliano Zapata después de Zapata”, que se presenta en el Palacio Nacional de Bellas Artes hasta el 16 de febrero.
El cartel promocional de la exhibición presenta una pintura del héroe revolucionario por excelencia, montado sobre un caballo blanco que tiene una erección (el caballo, no Zapata), con un bonito sombrero rosita de ala ancha (Zapata, no el caballo), un cuerpazo como el de Maribel Guardia, en cueros, con zapatillas negras de tacón, una banda tricolor a la altura de la cintura y el rostro del Caudillo de Sur con su típico mostachón, entrecerrando los ojitos.
Esto no gustó para nada a los familiares del difunto emancipador. Sus nietos amenazaron con demandar y hasta quemar el Palacio de Bellas Artes si no retiraban tal pintura, por considerar que a su ilustre ascendente lo pintan como un gay. (Nota de la Redacción: Si somos quisquillosos y nos atenemos a la imagen, más bien lo dibujaron como un transexual, por el cuerpo femenino).
El artista, hasta ahora desconocido Fabián Cháirez, es de origen chiapaneco, nacido en 1987.
La Wikipedia define su estilo de la siguiente manera: “La temática de la obra de Cháirez gira en torno al cuerpo masculino, sobre todo a un cuerpo que se sale de los estereotipos o arqueotipos de la virilidad mexicana. Esto debido a que intenta responder al entorno hostil de la diversidad sexual. Utiliza al arqueotipo mexicano, como los luchadores, los charros, la Mara Salvatrucha, etc., mostrando a estos personajes en posturas sugerentes y erotizadas.
En el segmento que llama La Revolución, presenta entre otras la pintura al óleo sobre tela donde se observa al general revolucionario Emiliano Zapata como ya se mencionó ad supra.
No tengo el gusto de conocer a Cháirez, pero por el nombre, puedo apostar que el Pejidente le abrió Bellas Artes para su exposición encantado de la vida, pensando que era uno de los muchos chairos que lo adoran.
Yo le tengo algunas sugerencias (a Cháirez, no al Pejidente), si es que quiere seguir la temática de presentar al hombre macho-macho con cuerpo de mujer y jotil postura.
Puede dibujar a Arnold Schwarzennegger, estereotipo del tipo rudo, vestido con un tutú rosita, bailando “El lago de los cisnes”.
La Roca quedaría muy bien plasmado en un óleo sobre tela, con mallas negras, zapatillas doradas y su reluciente calva, tomando un delicioso coctail en un bar gay de Los Ángeles.
O a Supermán, enfundado en el traje de la Mujer Maravilla, meneando su reatita.
Ideas sobran para sugerir a Cháirez sobre sus producciones futuras.
Quizás, tal vez, si las demandas de los nietos de El Atila del Sur tienen éxito y se le obliga a salir de Bellas Artes, la exhibición podría trasladarse al Estadio Azteca o al Zócalo, donde un público mucho más numeroso y conocedor podría recrearse y admirar la curvilínea silueta de mi general Zapata.
Y ya metidos en el tema de los héroes mexicanos, ¿qué tal si pinta a Miguel Hidalgo y a Benito Juárez en una hipotética escena lésbica, bailando en cueros alrededor de un tubo, mostrando rotundos senos y prominentes nalgas, mientras que entre los concurrentes se podrían ver, entre otras, las caras de Morelos, Cuauhtémoc, Carranza, Madero e Iturbide?
Nos quedamos con esa picarona pregunta, y vámonos con el refrán estilo Pegaso: “¿Qué problemática te aqueja, cucurbitácea?” (¿Qué te pasa, calabaza?)