Barcelona, España.- El Barcelona puso pie y medio en las semifinales de la Champions después de golear por 4-1 a una Roma que abandonó el Camp Nou preguntándose cómo es posible tanto infortunio.
Dos goles en propia puerta, un posible penalti de Semedo a Dzeko no señalado y una goleada que se aventura tan definitiva como se puede sospechar inmerecida.
Así solventó el Barça la ida de estos cuartos de final que le mostraron como un equipo menos fresco de lo deseable, que tuvo la cara en el gol, por fin, de Luis Suárez para romper su sequía y la cruz en un Leo Messi que, por una noche, no fue el futbolista definitivo y, siendo de lo mejor del equipo, no llegó a romper el partido como en él es habitual.
Atrevida y contestona, la Roma se plantó en el césped dispuesta a desafiar al Barça con sus mismas armas.
Presión alta, juego rápido y de combinación para mostrar a través de su ambición que su papel de comparsa se quedaría en la previa. Fueron suyos los primeros avisos ante la incomodidad azulgrana, que padeció un primer cuarto de hora impensable sufrimiento.
Hasta el disparo, sorprendente, de Rakitic al palo no despertó el Barça, que echaba en falta la magnificencia de un Messi que perdió los dos primeros balones que tocó y se estrelló hasta tres veces frente a Allison para desespero de una hinchada sorprendida por la falta de contundencia de su equipo ante un rival que le habían presentado tantas veces como inferior que llegó a provocar nervios en la grada.
La apuesta de Semedo que avanzó a Sergi Roberto no pareció resultar afortunada por los problemas que sufría el portugués en el repliegue y las dificultades en hacerse ver del juego ofensivo del equipo azulgrana… Hasta que cerca del descanso una de tantas jugadas embarulladas acabó con un pase de Iniesta a Messi… Que cortó fatalmente De Rossi para marcarse en propia puerta.
El 1-0 fue un alivio que ocultó las dos protestas romanas por sendas faltas que reclamaron como penalties de Semedo y Umtiti y que condujo el partido a un descanso reparador, se suponía, para que el Barça entrase con otra marcha en el segundo tiempo.
SUFRIR… Y VENCER
La primera jugada de la segunda mitad se resolvió con un cabezazo de Perotti fuera, por muy poco, ante el error de Semedo y la milagrosa puntería desviada del jugador romanista, al que acompañaron los suyos en un inicio trepidante en busca tanto del empate como de la necesidad de devolver los nervios a la grada.
Así ocurrió, hasta el punto de que Piqué, sin disimulo, reclamó más apoyo a una afición fría y preocupada por la falta de dominio de su equipo. Al que se le apareció la fortuna como no pudo imaginar.
Llegándose al minuto 55, una combinación entre Messi y Rakitic acabó con el centro raso del croata al que acudió a rematar Umtiti… Pero se le adelantó Manolas para acabar marcándose el 2-0 en propia puerta. No podía tener peor fortuna el equipo de Di Francesco. O sí.
Cabizbaja y lamentando su suerte, solo pasó cuatro minutos la Roma antes de que, descolocada en un ataque furibundo del Barça tras un robo de Sergi Roberto, Luis Suárez disparase a romper, rechazase fatalmente en horizontal Allison y Piqué, totalmente solo, rematase a placer para colocar un 3-0 tan contundente como sorprendente.
Ahí, casi, entregó las armas el grupo de Di Francesco, incrédulo ante el castigo que estaba recibiendo y que provocó que recuperase la tranquilidad un Barça que nunca llegó a disfrutar de la noche esperada.
Así podría explicarse, casi, que cuando la Roma parecía ya rendida, un error de colocación le concedió el 3-1 a Dzeko para recuperar, mínimamente, la esperanza… Que se acabó en la recta final, en el minuto 87, cuando Luis Suárez acabó con su sequía europea para lograr el 4-1 que, prácticamente, sentenció la eliminatoria.