México volvió a temblar con fuerza por segunda vez en dos semanas. Un sismo de magnitud 7,1 sacudió este martes el centro del país. Al menos 224 personas han fallecido en diferentes zonas —que se sepa: 86 de ellas en la capital, 71 en Morelos, 43 en Puebla, 12 en el Estado de México, cuatro en Guerrero y uno en Oaxaca—, según la Agencia de Protección Civil, aunque la cifra incrementa con el paso de las horas. El seísmo se ha producido el día en que se cumplían 32 años de la peor tragedia que ha vivido el país: el terremoto que causó cerca de 10.000 muertos en 1985.
A las 13.14 hora local (20.14 hora peninsular española) el suelo volvió a retumbar en México, apenas 10 días después del terremoto de mayor magnitud (8,2) en 85 años. El de este martes, con epicentro en los límites de Morelos y Puebla, fue menor, de 7,1, pero su proximidad a la capital ha provocado que los daños sean mucho mayores. El caos y el pánico se apoderaron de la ciudad. Más de 40 edificios se vinieron abajo, entre ellos dos escuelas. En una de ellas, Rebsamen, el presidente del país, Enrique Peña Nieto, confirmó pasadas las diez de la noche que habían muerto al menos 21 niños y otros 30 seguían desaparecidos. A última hora de la noche del martes, la ciudad seguía herida, pero no cesaban los trabajos de rescate para tratar de sacar supervivientes de los escombros. La solidaridad de los ciudadanos, que se echaron a las calles para colaborar con los damnificados, fue imparable.
La capital amaneció con el recuerdo del terremoto de hace más de tres décadas. Y como suele ser habitual cada 19 de septiembre, se realizó un simulacro de evacuación en Ciudad de México. Dos horas después del ensayo, las alarmas sísmicas no saltaron, a diferencia de lo que ocurrió hace dos semanas. La mayor parte de los sensores están situados en zonas costeras, no en el interior del país. Y el epicentro del temblor ha estado en Morelos, en pleno centro de México y a solo 100 kilómetros de distancia de la capital mexicana. No hubo fallo técnico, según fuentes oficiales: el temblor no se pudo detectar a tiempo para que la población abandonase el lugar en el que se encontraba para ponerse a salvo.
Tras el seísmo, se produjeron cortes en el servicio de luz —3,8 millones de personas resultaron afectadas— y en el de telefonía, lo que aumentó la tensión ante la imposibilidad de localizar a la gente. Con el paso de las horas, Telmex, la mayor empresa de telefonía del país, abría su WiFi en la capital. Las operaciones en el aeropuerto estuvieron suspendidas durante unas horas, después de que una de las terminales se viese afectada por el temblor.
«¡No fumen! ¡Hay fugas de gas!», gritaban los miembros de Protección Civil socorristas mientras corrían por la calle poco después del terremoto: casi un minuto que resultó una eternidad.
El epicentro del seísmo se ha localizado a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, situada en el central Estado de Morelos, a una profundidad 57 kilómetros, según el Servicio Sismológico Nacional. El organismo ha informado a través de Twitter de un movimiento telúrico de magnitud 7,1, al hacer una actualización de un primer reporte en el que había fijado la magnitud en 6,8.
En el central Estado de Puebla se ha informado de la caída de las torres de la Iglesia de Cholula. En el Estado de Morelos también se han reportado daños, y el gobernador, Graco Ramírez, ha anunciado la activación de los servicios de emergencia. Decenas de edificios han caído en la Ciudad de México, con algunos derrumbes grabados en vídeo y difundidos por las redes sociales.
Peña Nieto, que se encontraba camino de Oaxaca en el momento del temblor, convocó o al Comité Nacional de Emergencias para evaluar la situación y coordinar las acciones. El presidente ha anunciado el despliegue de 3.000 militares en la capital.